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Crónicas de un Pueblo. – El Conde de Santa Lucía y las Fábricas que Encendieron la Cartagena Industrial

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PorJosé Antonio Martínez Pérez

13 de julio de 2025
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La historia de Tomás Valarino y Gattorno, pionero de la industria artesanal, y el legado que aún espera su renacer

En el corazón del histórico barrio de Santa Lucía, donde el mar se confunde con los recuerdos, y las callejuelas aún huelen a sal y trabajo, se forjó a fuego lento una de las gestas industriales más notables de la Cartagena del siglo XIX. Una historia de visión, emprendimiento y amor por la tierra, protagonizada por un hombre de origen genovés, pero alma cartagenera: Tomás Valarino y Gattorno, primer Conde de Santa Lucía.

De comerciante a conde: el hombre tras la historia

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Nacido en Cartagena el 7 de marzo de 1801, Tomás Valarino procedía de una familia italiana afincada en la ciudad desde el siglo XVIII. Desde joven mostró un espíritu emprendedor fuera de lo común. En 1834, junto a su madre y su hermano, fundó una empresa que cambiaría para siempre el destino del barrio de Santa Lucía: la Fábrica de Cristal.

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En un tiempo en el que Cartagena apenas contaba con estructuras industriales, Valarino levantó un complejo moderno, dotado con maquinaria traída de Francia y el Reino Unido, y con expertos vidrieros europeos que enseñaron el arte a los operarios locales. A su alrededor creció una comunidad obrera sólida, formada por más de 360 trabajadores, en su mayoría vecinos de Santa Lucía. Con ello, el barrio se convirtió en epicentro de innovación y producción artesana, y la ciudad empezó a perfilarse como un nuevo foco industrial en el Levante español.

La Amistad: arte sobre loza

Pero la inquietud de Valarino no se detuvo en el vidrio. A mediados del siglo XIX creó la Fábrica de Loza “La Amistad”, un taller de producción cerámica de altísima calidad, cuyas piezas decoradas y esmaltadas ganaron pronto fama regional. El nombre de la fábrica —simbólico y evocador— no era casual: evocaba la estrecha relación entre los artesanos, su oficio y la comunidad.

Las piezas salidas de La Amistad decoraron hogares humildes y burgueses, y hoy son auténticas joyas para coleccionistas. Se trataba de un trabajo artístico, de manos expertas y saber tradicional, con técnicas aprendidas de generaciones pasadas y adaptadas a los nuevos tiempos.

Carrera política y nobleza

Además de empresario, Tomás Valarino fue un destacado político liberal. Participó como diputado en múltiples legislaturas y fue senador entre 1871 y 1872. Fue también clave durante las negociaciones que evitaron una masacre durante la insurrección progresista de 1844 en Cartagena.

Su labor como industrial, su visión de ciudad y su papel en la conciliación política fueron reconocidos el 12 de julio de 1875, cuando el rey Alfonso XII le otorgó el título de Conde de Santa Lucía, en homenaje a su trayectoria y a su contribución al progreso de la región.

El legado dormido

Las fábricas que levantó funcionaron durante décadas. La de cristal permaneció activa hasta 1955, más de un siglo después de su fundación. La de loza cerró en 1893, aunque su impacto cultural y técnico perduró. Hoy, sin embargo, ambas instalaciones permanecen abandonadas, olvidadas por las instituciones y desconocidas para muchos ciudadanos.

En tiempos de globalización y pérdida de identidad, recuperar estos espacios supone mucho más que conservar unas ruinas. Significa rendir homenaje al trabajo bien hecho, a la artesanía local, al esfuerzo colectivo. Significa también proyectar una nueva Cartagena donde el pasado no sea lastre, sino impulso.

Una propuesta: revivir la llama del pasado

Desde la sociedad civil, asociaciones culturales y ciudadanos comprometidos han propuesto la recuperación integral de las fábricas del Conde de Santa Lucía con un triple objetivo:

  1. Crear centros de interpretación del vidrio y la loza en sus ubicaciones originales, mostrando herramientas, piezas y procesos antiguos.
  2. Fundar talleres-escuela para formar a jóvenes, parados y colectivos en riesgo, recuperando oficios tradicionales como el soplado, el esmaltado o el torneado.
  3. Integrar ambas instalaciones en rutas turísticas y culturales, conectando con el puerto, el Arsenal, el barrio pesquero y el modernismo cartagenero.

 

Cartagena lo merece

Las ciudades que respetan su pasado y lo hacen útil para el presente son las que construyen un futuro con identidad. Hoy, el legado del Conde de Santa Lucía —un hombre que supo unir industria, política y cultura— es una oportunidad para que Cartagena recupere su alma obrera, artística y luchadora.

No dejemos que las cenizas del olvido sepulten el fuego de nuestra historia.

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