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1975/2025, 50 AÑOS DE LAS CRUCES DE MAYO DE CARTAGENA: DEFENSA DE NUESTRA IDENTIDAD CULTURAL

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PorJosé Antonio Martínez Pérez

3 de mayo de 2025
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Cada primero de mayo, Cartagena se engalana con flores, música y devoción para rendir homenaje a una de sus fiestas más sentidas: la Cruz de Mayo. Pero esta celebración no es sólo una muestra folclórica; es un acto de resistencia cultural, una reafirmación de nuestra identidad frente al olvido, el desarraigo o la tentación de importar tradiciones ajenas que nada tienen que ver con nuestra historia.

Origen sagrado y popular

La Cruz de Mayo hunde sus raíces en el cristianismo primitivo. Según la tradición, fue el emperador Constantino quien, antes de enfrentarse al usurpador Majencio en la batalla del Puente Milvio (año 312), vio en el cielo una cruz luminosa con la inscripción “IN HOC SIGNO VINCES” (Con esta señal vencerás). Tras la victoria, promulgó el Edicto de Milán en 313, legalizando la religión cristiana. Su madre, Santa Elena, emprendió años después un viaje a Tierra Santa y encontró la Vera Cruz, dando origen a una de las devociones más antiguas del mundo cristiano: la Exaltación de la Santa Cruz.

La celebración del hallazgo se fijó el 3 de mayo, día que la Iglesia dedicó a las Cruces de Mayo, una fiesta que con el tiempo se llenó de flores, danzas, música y expresión popular. En Cartagena, como en muchas partes del levante español, esta tradición fue fuerte durante siglos. En el siglo XVII ya se documentan altares conmemorativos y cruces adornadas en las parroquias y barrios.

Recuperación desde el alma cofrade (1975)

Como muchas otras tradiciones populares, la Cruz de Mayo sufrió un progresivo abandono a mediados del siglo XX. Pero fue en 1975 cuando la Cofradía Marraja, defensora incansable de las esencias cartageneras, tomó la iniciativa de rescatar la festividad. Lo hizo colocando su primera cruz en el callejón de Bretau, en pleno corazón del casco antiguo. Aquel gesto, sencillo pero lleno de simbolismo, prendió la llama del renacimiento.

Al año siguiente, los California se sumaron a la causa, colocando su cruz en el callejón de los Estereros. Y en 1994, la Cofradía del Resucitado recuperó también la tradición en la calle Palas. Desde entonces, lo que comenzó como un acto de fe y memoria ha

crecido hasta impregnar plazas, barrios y pedanías de Cartagena: desde San Antón hasta Los Dolores, desde la Barriada Hispanoamérica hasta La Palma.

No se trata de una moda ni de una ocurrencia institucional: es un fenómeno social con alma y con historia, alentado por el pueblo.

Un patrimonio que florece

Cada cruz instalada no es solo un motivo decorativo. Representa la permanencia de un sentir colectivo. Son muchas las asociaciones vecinales, agrupaciones folclóricas, centros escolares y parroquias que participan, cada una aportando su estilo, pero todas bebiendo del mismo manantial: la tradición cartagenera.

El Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena de La Palma es uno de los ejemplos más brillantes: lleva décadas ofreciendo bailes, música, talleres de esparto y labores tradicionales en torno a su cruz. La plaza Condesa de Peralta se convierte en un auténtico escaparate del folclore regional.

Folclore, historia y cultura por encima de modas

En estos tiempos de globalización y mimetismo, donde las modas importadas tienden a desplazar las tradiciones propias, Cartagena debe mirar hacia sus raíces con orgullo. No necesitamos llenar nuestras calles de celebraciones ajenas que no nos pertenecen ni hablan nuestro lenguaje cultural. Tenemos un calendario rico en fiestas que brotan de nuestro pasado: la Semana Santa, la Carthagineses y Romanos, las Cruces de Mayo, las hogueras de San Juan o las romerías de nuestras vírgenes patronas.

La Cruz de Mayo debe consolidarse como una cita ineludible de la Cartagena profunda y verdadera, la que se resiste a ser imitada, la que conserva la flor de su identidad.

Reivindicamos nuestra historia

Desde este espacio alzamos la voz para que las Cruces de Mayo se protejan, se fomenten y se enseñen. Que los escolares conozcan su origen, que los medios locales las difundan, que los responsables políticos las respalden sin complejos. Cartagena no puede permitirse perder ni un ápice de su legado.

Celebrar las Cruces de Mayo es celebrar a nuestros antepasados, a los carpinteros que tallaron las primeras cruces, a las mujeres que las engalanaron con mantones y claveles, a los músicos que interpretaron jotas y malagueñas, a los niños que bailaban entre pétalos.

En 2025, medio siglo de renacer

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Este año celebramos el 50 aniversario de la recuperación de la Cruz de Mayo. Medio siglo en el que, cruz a cruz, calle a calle, se ha ido tejiendo una red de memoria viva. No es solo una fiesta. Es un símbolo. Un canto a lo que somos. Una defensa apasionada de nuestras raíces. Y en ese canto, todos los cartageneros y cartageneras estamos llamados a participar.

Porque donde florece una cruz de mayo, florece también el alma de Cartagena.

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