El programa S80 llega a su ecuador en septiembre, con la Armada estudiando la posibilidad de aumentar sus encargos.
El programa S80 nace de la necesidad de que España contase con una generación nueva de submarinos puramente fabricados en territorio Nacional que dotarán al país de independencia estratégica, estando previsto que se construyeran cuatro de ellos.
España es uno de los países con más línea de costa de la Unión Europea, con enclaves estratégicos en el Norte del continente africano, dos archipiélagos y salida al Mar Mediterráneo, al Mar Cantábrico y al Océano Atlántico. Nuestro país también controla una de las mayores rutas comerciales del mundo, el Estrecho de Gibraltar. Por tanto, se hacía imprescindible una mejora sustancial de nuestras capacidades operativas, algo urgente si tenemos en cuenta que ahora mismo en servicio sólo tenemos un sumergible, si dejamos aparte el (S-81) “Isaac Peral”.
La importancia del programa es incuestionable. Más si tenemos en cuenta que es puramente nacional, con tecnología creada y desarrollada aquí. Un proyecto para la Armada española que implica el diseño, desarrollo y construcción de una nueva generación de submarinos convencionales oceánicos, con unas capacidades avanzadas y con una autonomía a la vanguardia gracias a su sistema (AIP) de última generación.
En septiembre está prevista la botadura del “Narciso Monturiol”, el segundo submarino S-80, lo que propiciará que el programa llegue a su ecuador.
Esta buena noticia ha generado una duda en la Armada. ¿Son suficientes cuatro submarinos para cubrir nuestras necesidades? La pregunta se ha vuelto recurrente estas últimas semanas y es que la realidad es aplastante para el Ministerio de Defensa, no son suficientes. Tan solo hace unos días el Almirante jefe del Arsenal de Cartagena, Don Alejandro Cuerda Lorenzo daba una entrevista en el periódico La Verdad, dejando este titular “Ya pensamos en los requisitos para un quinto y un sexto submarino.”
Así que ante la industria militar española se abren dos desafíos que también son oportunidades. Una es aprovechar el boom de la inversión en defensa y seguridad, que ha llegado para quedarse, y por tanto una demanda creciente en productos de esa clase, para lograr exportar el S80, teniendo siempre presente la dura competencia de franceses, alemanes y coreanos en este campo, y que ha robado ya algún contrato a Navantia en estos últimos años.
La otra oportunidad, también sustentada en el cambio del concepto de paz y seguridad que se ha dado en el mundo, es conseguir un mayor número de unidades del arma submarina al servicio de nuestra Armada.
Por todo ello no es descabellado pensar que la Armada acabará encargando dos submarinos más, reforzando su apuesta por la industria Nacional, que dejará miles de horas de trabajo en los Astilleros de Navantia en Cartagena y que generará empleos directos e indirectos durante al menos dos décadas más, al tiempo que mejorará sustancialmente la proyección estratégica de nuestro país.
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