Origen de un palacio urbano
La Casa Maestre, uno de los edificios más emblemáticos del modernismo cartagenero, se alza en la Plaza de San Francisco, corazón del ensanche burgués de Cartagena a comienzos del siglo XX. Fue encargada en abril de 1906 por José Maestre Pérez (1866–1933), prominente médico, político y magnate minero, como residencia familiar. Su posición económica, consolidada tras su matrimonio con Visitación Zapata Hernández —heredera de una de las mayores fortunas mineras de la Sierra de Cartagena-La Unión—, le permitió aspirar a una residencia que igualara en distinción a los palacetes de Barcelona o Valencia.
Para ello, confió el proyecto al arquitecto catalán Marceliano Coquillat y Llofriu, discípulo de Domènech i Montaner, cuyo estilo bebía del modernismo barcelonés más sobrio y elegante. La dirección de obra en Cartagena recayó en manos de Víctor Beltrí, figura capital del modernismo regional, quien ya había colaborado con Maestre en el Hospital de Caridad.
Una joya modernista de influencia gaudiniana
Construida entre 1906 y principios de 1908, la Casa Maestre presenta una estética inspirada en la Casa Calvet de Gaudí. Su fachada es de piedra labrada, con tres alturas, balconadas ornamentales, un mirador central de líneas curvas y rica decoración vegetal. El zócalo de mármol, los herrajes artísticos, vitrales emplomados y techos decorados completaban un conjunto arquitectónico fastuoso.
El interior, hoy en gran parte perdido, albergaba amplias estancias, salones con chimeneas, ebanistería de lujo, suelos hidráulicos y detalles modernistas que hablaban del poder social y económico de su propietario.
Los Maestre y la vida en la Casa
La familia Maestre-Zapata habitó la residencia desde su finalización en febrero de 1908 hasta 1936, año del estallido de la Guerra Civil. Durante casi tres décadas, la casa fue epicentro de la vida social cartagenera, escenario de tertulias, recepciones y vida familiar. José Maestre, que tuvo 13 hijos entre sus dos matrimonios con las hermanas Visitación y Obdulia Zapata, llenó la casa de vida, cultura y representación.
La Guerra y la pérdida
Durante la Guerra Civil, el inmueble fue incautado por el bando republicano y usado como sede del Partido Comunista local. Terminada la contienda, la casa fue restituida a la familia Maestre, pero la difícil situación económica y la presión política forzaron su venta en marzo de 1940 al Banco Hispano Americano, por 500.000 pesetas.
El banco convirtió el edificio en oficinas, desmantelando el interior original: se eliminaron techos, suelos, carpintería y el mirador fue destruido en 1968. Solo se conservaron la escalera de mármol, una sala en el primer piso y algunos vitrales.
De banco a inmueble vacío
La propiedad pasó décadas más tarde al Banco Santander tras las fusiones del sistema financiero español. El edificio mantuvo su uso administrativo, pero poco a poco fue perdiendo protagonismo. En los años 80, ante la presión ciudadana y de historiadores como Julio Más, se logró restaurar parcialmente la fachada y el mirador mediante la empresa Rember Ibérica, iniciando un tímido proceso de recuperación patrimonial.
Ya en el siglo XXI, el edificio quedó en desuso y fue vendido al Grupo Unión – Gestalia Mediterráneo S.L., actual propietario. Desde entonces, la Casa Maestre ha permanecido cerrada al público, sin uso definido, a pesar de algunos intentos por alquilarla como espacio comercial o institucional.
Declaración BIC: el reconocimiento tardío
En 2019, la Dirección General de Patrimonio de la Región de Murcia inició el expediente para declarar la Casa Maestre como Bien de Interés Cultural (BIC). Este proceso fue complejo, con múltiples notificaciones a la propiedad —más de 140— y alegaciones formales. Finalmente, el 10 de octubre de 2024, se reconoció como Monumento, elevando su protección legal.
Esta declaración marca un antes y un después: reconoce su papel como hito urbano, ejemplo único de modernismo barcelonés en Cartagena, y referencia histórica de la burguesía local.
Estado actual: entre la gloria pasada y el abandono
Hoy, la Casa Maestre mantiene su espléndida fachada, restaurada parcialmente en los 80, y conserva algunos elementos originales: escalera, vitrales y una sala de techos artesonados. Sin embargo, el interior está dañado, ha sufrido robos (como la sustracción de los tiradores de puertas) y muestra signos de abandono (presencia de palomas, suciedad, humedad).
El edificio sigue cerrado y sin uso, aunque figura en catálogos de bienes patrimoniales y se contempla como una de las joyas arquitectónicas por recuperar en Cartagena.
Proyecto de futuro: un museo para la historia de la ciudad
En diciembre de 2024 se presentó una propuesta ambiciosa: transformar la Casa Maestre en el Museo de Historia de Cartagena. La iniciativa, impulsada por historiadores, colectivos ciudadanos y respaldada por informes técnicos, plantea:
- Crear una Fundación Casa Maestre con participación del Ayuntamiento, la propiedad privada (Grupo Unión) y apoyo de otras instituciones.
- Financiar la rehabilitación con fondos europeos (Next Generation) y subvenciones nacionales.
- Utilizar el espacio para exposiciones permanentes, actos culturales, oficinas patrimoniales, y espacios visitables para el turismo.
- Integrar el edificio en una ruta modernista, con la Plaza de San Francisco como punto neurálgico.
Conclusión: entre el olvido y la esperanza
La Casa Maestre simboliza la Cartagena modernista, ambiciosa y burguesa de comienzos del siglo XX. Fue testigo de esplendores familiares, expropiaciones políticas, usos bancarios y el lento desinterés patrimonial que la dejó en silencio durante décadas.
Hoy, con su protección como Monumento BIC, y una propuesta seria de conversión en Museo de Historia, Cartagena tiene la oportunidad de redimir una deuda con su memoria arquitectónica. La ciudadanía, las instituciones y los defensores del patrimonio deben ahora impulsar la restauración, abrir sus puertas al pueblo y devolverle la vida a esta dama de piedra que aún mira con dignidad desde la Plaza de San Francisco.
Claro, aquí tienes un poema inspirado en la Casa Maestre, símbolo del modernismo cartagenero y de la memoria que aún late en su piedra:
Poema.
“Casa dormida”
Bajo el sol de la plaza callada,
con balcón de mármol y flor de forja,
duerme una casa que el tiempo desgaja
como pétalo herido, como ola rota.
Fue palacio de voces y seda,
fue refugio de niños y rezos,
fue emblema de estirpes, de guerras, de penas…
y hoy guarda sus sombras tras gruesos cerrojos.
El modernismo la viste aún bella,
con curvas de piedra y ventanas de gloria,
pero adentro la vida no entra ni suena,
solo el eco del polvo recuerda su historia.
Dicen que un día abrirá su memoria,
y volverá a latir en sus salas vacías
la risa, la música, el pulso y la gloria
de una Cartagena que aún no la olvida.
¡Despierta, señora del tiempo y del arte!
¡Rompe el silencio que el banco selló!
Que el pueblo te mire, te abrace, te cante…
¡y en ti viva el alma de lo que soñó!