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Crónicas de un Pueblo. – “Los Indianos: El regreso dorado de quienes cruzaron el mar con hambre y volvieron con sueños”

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PorJosé Antonio Martínez Pérez

8 de julio de 2025
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Una historia que cruzó el océano

Hubo un tiempo en que las maletas no llevaban ruedas y los viajes no tenían retorno asegurado. Aquel tiempo fue el siglo XIX, y aquellos viajeros fueron conocidos como indianos: españoles que dejaron atrás la miseria, la rutina o la falta de oportunidades, para buscar fortuna en las colonias de ultramar. Algunos no volvieron jamás. Otros, los menos, regresaron con riquezas, ideas modernas y un deseo profundo: dignificar su pasado construyendo un futuro mejor en la tierra que los vio nacer.

¿Quiénes eran los indianos?

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Se llamaba indiano al español que emigraba a América o Asia —especialmente a las colonias españolas como Cuba, Puerto Rico, Filipinas, México, Argentina o Venezuela— y luego regresaba a España, muchas veces con una fortuna bajo el brazo. El nombre tiene algo de fantasía colonial, de cuento popular, pero tras él se esconde una historia de sacrificio, esfuerzo, esperanza y melancolía.

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Estos hombres (y algunas mujeres) no eran nobles ni académicos. Eran, en su mayoría, jóvenes sin herencia, campesinos, hijos de familias humildes, marineros, comerciantes o segundones sin rumbo. Cruzaron el océano con lo puesto, pero con la determinación de quien quiere cambiar su destino.

¿Por qué se marcharon?

El siglo XIX fue una época de grandes crisis económicas, guerras, hambrunas y desigualdades. El campo español estaba agotado. El trabajo escaseaba. Las oportunidades se evaporaban. El futuro se presentaba oscuro… y del otro lado del mar se hablaba de azúcar, tabaco, oro, café, libertad y prosperidad.

Especialmente en el norte de España, donde el minifundismo (tierra dividida en porciones mínimas), la pobreza rural y la sobrepoblación eran una condena generacional, emigrar era la única salida. De ahí que Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco fuesen las mayores cunas de indianos.

¿Cómo vivieron en las colonias?

No fueron tratados como señores. Al llegar, trabajaron de lo que encontraron: mozos, dependientes, transportistas, obreros, vendedores ambulantes. Poco a poco, con astucia, buen ojo para el negocio y una mentalidad de hormiga, fueron ahorrando, emprendiendo y progresando.

Montaron tiendas de ultramarinos, tabacaleras, negocios de importación, ingenios azucareros o pequeñas empresas navieras. Muchos prosperaron en Cuba, donde llegaron a formar parte de la élite económica, aunque también hubo miles que fracasaron o murieron lejos de casa, olvidados.

El Desastre del 98 y el regreso forzado

La Guerra de 1898 fue un antes y un después. España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, las últimas joyas de su imperio colonial. Y con ello, miles de españoles residentes fueron expulsados o regresaron precipitadamente. Muchos de ellos eran indianos ya establecidos. La nostalgia de España se volvió necesidad. Volvieron como exiliados forzosos, cargando dinero, baúles, muebles… y un corazón partido en dos.

¿Qué hicieron al regresar?

Aquí comienza la leyenda del indiano: el retorno triunfal al pueblo, el sombrero panamá, el puro en la mano, la gran casa, el jardín con palmeras.

Al volver, muchos invirtieron en:

  • Casas espectaculares, con galerías acristaladas, barandillas de hierro y tejados a cuatro aguas.
  • Escuelas, iglesias, lavaderos públicos y asilos: querían devolver al pueblo parte de lo que la vida les había dado fuera.
  • Bancos, líneas de ferrocarril, industrias: introdujeron ideas modernas, formas de ahorro, crédito y cultura empresarial.

El orgullo del retorno era tan fuerte como el sacrificio que les costó llegar hasta allí.

Las casas indianas, símbolo de una vida

Muchas de estas viviendas aún se conservan, sobre todo en Galicia, Asturias y Cantabria. Son testimonio de un sueño cumplido, con fachada majestuosa, palmeras en el jardín, decoración afrancesada y toques coloniales. Son palacios rurales del esfuerzo, y algunas están declaradas Bien de Interés Cultural.

¿Fueron todos bien recibidos?

No siempre. Algunos fueron admirados, otros envidiados o ridiculizados. Su forma de vestir, su manera de hablar “americanizada” o su ostentación chocaban con la mentalidad conservadora de muchos pueblos. La literatura de la época, incluso, se burló de ellos, pintándolos como ignorantes enriquecidos o nuevos ricos sin educación.

Pero la realidad era mucho más humana: eran soñadores hechos a sí mismos.

Personajes ilustres: de la historia a la leyenda

Algunos indianos se convirtieron en figuras nacionales:

  • Antonio López y López (Marqués de Comillas): hizo fortuna en Cuba y fundó navieras, bancos y universidades.
  • Juan Canalejas, presidente del Gobierno: hijo de indiano.
  • Eusebio Güell, promotor del Parque Güell: enriquecido con negocios en Cuba.
  • Ramón de la Sagra, pionero del anarquismo, con raíces indianas.

Muchos otros permanecen anónimos, pero sus obras siguen vivas en escuelas, hospitales, cementerios y plazas.

¿Y en Cartagena?

Cartagena, como ciudad portuaria con fuerte conexión con Cuba y Puerto Rico, también tuvo sus indianos. Aunque menos numerosos que en el norte, se integraron silenciosamente en la ciudad. Muchos eran militares retirados, comerciantes o técnicos que regresaron tras servir o trabajar en las colonias.

Hay viviendas en la Alameda de San Antón, el Barrio de la Concepción y Los Dolores que presentan rasgos indianos: palacetes con patios, palmeras, balcones de madera y forja.

Algunas familias cartageneras aún conservan la memoria oral de abuelos que “volvieron de Cuba” con dinero, un piano, y la idea de construir “la mejor casa del barrio”.

¿Por qué fueron sobre todo del norte?

  • Porque allí la pobreza era mayor, y las oportunidades menores.
  • Porque los puertos atlánticos abrían rutas directas a América.
  • Porque se desarrolló una cultura migrante fuerte, donde emigrar era un paso social habitual.
  • Porque su mentalidad de esfuerzo, ahorro y retorno estaba profundamente arraigada.

Una historia para recordar

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Los indianos fueron héroes silenciosos del esfuerzo, la valentía y la memoria. Se fueron sin saber si volverían. Soñaron con triunfar en tierras lejanas, y muchos lo lograron. Volvieron no solo con dinero, sino con ideas, modernidad y el deseo de transformar su mundo. Su historia es parte esencial de la historia de España, y merece ser contada, enseñada y recordada.

Porque hay muchas formas de hacer patria, y una de ellas es cruzar el océano para volver y levantar escuelas, plantar palmeras y abrir horizontes donde antes solo había necesidad.

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