Nacido un 7 de julio de 1814 en Cartagena, Bartolomé Spottorno y de María encarna el arquetipo del burgés ilustrado y emprendedor que supo transformar su tiempo con sabiduría, compromiso y acción.
Empresario, diplomático, filántropo y político, fue elegido tres veces alcalde de Cartagena y dejó un legado imborrable en la vida económica, social y cultural de su ciudad natal.
Su vida es reflejo de una Cartagena vibrante, cosmopolita y en transición hacia la modernidad.
Raíces familiares y legado dinástico.
Bartolomé fue hijo de Juan Bautista Spotorno Badino, un comerciante italiano afincado en Cartagena desde comienzos del siglo XIX.
El joven Bartolomé castellanizó su apellido a “Spottorno” con dos t, iniciando así una saga familiar que influiría profundamente en la vida local. En 1839, se casó con María Encarnación Bienert Runggaldier, con quien tuvo cinco hijos.
Su descendencia entroncó con figuras intelectuales de gran peso como José Ortega y Gasset, casado con su nieta Rosa Spottorno y Topete.
Empresario visionario.
Spottorno participó activamente en el desarrollo industrial y económico del sudeste español.
Apostó por el impulso de la minería en la Sierra de Cartagena-La Unión, participó en sociedades de inversión, y fue una de las voces más firmes para la construcción del ferrocarril Cartagena-Albacete, inaugurado en 1862. Además, realizó importantes aportaciones en el ámbito de la banca, el comercio portuario y la logística.
Su influencia en la vida social fue tal que desde 1836 ya era miembro vitalicio del Casino de Cartagena, y tuvo un papel crucial en instituciones como la Junta de Comercio, la Casa de Misericordia o el Hospital de Caridad, al que ayudó a sostener en tiempos difíciles.
El Cónsul del Mediterráneo.
Gracias a sus conexiones internacionales y a su prestigio comercial, fue designado cónsul o vicecónsul de varios países europeos:
Prusia (1849), Dinamarca (1853), Grecia (1868), así como de Italia, Portugal, Suecia, Noruega y los Países Bajos.
Su casa fue un centro de recepción diplomática y cultural, y llegó a recibir en 1862 al escritor danés Hans Christian Andersen, que visitó Cartagena y quedó maravillado por el mar y su ambiente.
Alcalde en tres ocasiones: 1855, 1869 y 1881.
Su primer mandato como alcalde, en 1855, se saldó con un hito honorífico para la ciudad: el rey le concedió el título de “Muy Noble y Muy Leal, Siempre Heroica y Excelentísima Ciudad de Cartagena”.
En su segundo periodo (1869-1870), centró sus esfuerzos en la recuperación económica tras los vaivenes políticos del Sexenio Revolucionario.
Finalmente, en 1881, ya en la madurez de su vida, volvió a ocupar la alcaldía para continuar con la modernización de infraestructuras y el fortalecimiento de los servicios urbanos.
Testigo de la Guerra Cantonal.
La rebelíón cantonal de 1873 supuso la destrucción de más de mil edificios en Cartagena.
La casa de Spottorno, construida en 1861 por el arquitecto Carlos Mancha, fue una de las pocas que resistió a los bombardeos.
Desde su posición en la Junta de Comercio, participó en la reconstrucción del puerto de Cartagena y en la revitalización de la actividad comercial y urbana de la ciudad.
Un legado cultural y patrimonial.
Su retrato, pintado por el afamado artista Manuel Ussel de Guimbarda, fue restaurado recientemente y se exhibe en la Pinacoteca Municipal.
Su palacio en la calle del Cañón es hoy un referente arquitectónico e histórico.
En 1967, el Ayuntamiento de Cartagena le rindió homenaje bautizando con su nombre una calle en el barrio Virgen de la Caridad.
Una figura integral en la historia de Cartagena.
Bartolomé Spottorno y de María representa a esa estirpe de ciudadanos que hicieron ciudad con hechos, no con palabras.
Supo entrelazar empresa, diplomacia, cultura y política con una visión de futuro que ha dejado huella en la Cartagena moderna.
A través de su vida podemos comprender mejor un siglo XIX en transformación, y el papel decisivo que algunos hombres ilustres tuvieron en moldear el devenir de nuestra historia.
Poema.
“Cartagena le nombra”
Naciste al amparo del puerto,
donde el salitre es memoria,
y sembraste con tu acierto
la raíz de esta gran historia.
Fuiste cónsul y alcalde honesto,
patriota sin ostentación,
y tejiste con tu gesto
la urdimbre de una nación.
Tus manos fueron la azada,
tus palabras, el consuelo,
tu casa, puerto y posada
donde el mundo alzó su vuelo.
Y aún resuena en la ciudad
el eco de tu jornada:
cuando la pólvora callaba,
tú abrías la puerta a la paz.
Cartagena, aún agradecida,
te guarda en piedra y en palma,

pues supiste dar la vida
sin renunciar a tu alma.