El 5 de julio de 1728, por Real Orden de Felipe V, se declaró oficialmente a Cartagena como capital del Departamento Marítimo del Mediterráneo, uno de los tres grandes centros de organización de la Armada Española junto a Ferrol (Norte) y Cádiz (Sur). Esta designación no fue simbólica: supuso el inicio de un nuevo orden administrativo, naval y territorial que otorgó a Cartagena un estatus inédito, el de “ciudad departamental”.
La ciudad se convirtió en el centro de gestión naval del Levante español, con competencias plenas en infraestructura, personal, armamento y planificación estratégica. Se creó el Archivo Naval del Mediterráneo, se diseñaron los planos del nuevo Arsenal y comenzaron las obras en 1732 bajo la dirección del ingeniero Sebastián Feringán. Por entonces, ya se hablaba de sus pedanías como diputaciones. Cartagena tenía voz, mando y estructura propia.
Una capital de Estado en la costa mediterránea
Ser “ciudad departamental” no era una etiqueta vacía. Cartagena fue durante décadas:
- Sede de la Armada en el Mediterráneo.
- Centro de construcción y reparación de naves militares.
- Productora de artillería, pólvora, velamen, cuerda y herramientas.
- Nudo clave en las rutas marítimas y diplomáticas del siglo XVIII.
- Ciudad con infraestructuras propias: Hospital Naval, murallas defensivas, astilleros, talleres, almacenes, oficinas.
Todo esto convirtió a Cartagena en la joya ilustrada del sureste español, un ejemplo de planificación urbana, innovación técnica y peso político. Ninguna otra ciudad del Levante peninsular disfrutó de semejante rango.
La gran herida de 1833: cuando la capital fue desposeída
En 1833, la llamada “Reforma de Javier de Burgos” marcó el principio del fin. Con el propósito de modernizar y simplificar la administración territorial española, el gobierno liberal dividió España en 49 provincias y eliminó los antiguos departamentos marítimos como entidades con autonomía.
Pese a que Cartagena cumplía sobradamente los criterios para ser una de esas provincias (población, economía, defensa, historia), fue incluida dentro de la nueva provincia de Murcia, con capital en la ciudad homónima.
¿Qué se perdió entonces?
- La capacidad de gobernarse a sí misma.
- La gestión directa del Arsenal, hospitales y servicios públicos.
- La identidad como capital y ciudad con voz propia.
- La relevancia política y simbólica que merecía por derecho histórico.
El castigo del Cantón: cuando el federalismo fue pecado
En 1873, Cartagena protagonizó la rebelión cantonalista, proclamándose república autónoma dentro del Estado español. Resistió el asedio del gobierno central más de seis meses.
¿Resultado? Cartagena fue castigada institucionalmente. Se paralizaron proyectos, se marginó su papel político, se debilitó su autonomía municipal. El mensaje fue claro: la desobediencia se paga.
Murcia capital, Cartagena sumisa: una decisión política
¿Por qué fue Murcia la elegida como capital provincial?
- Porque era una ciudad interior, agraria y más fácilmente controlable.
- Porque las élites murcianas estaban mejor posicionadas en Madrid.
- Porque Cartagena era demasiado estratégica y militarizada, y se desconfiaba de su poder.
Desde entonces, Cartagena quedó reducida a ciudad secundaria dentro de una región construida a medida del centralismo. Una capital “fantasma” sin competencias, sin presencia institucional, sin justicia.
Consecuencias que aún duelen
Marginación presupuestaria
- Cartagena aporta más del 40% del PIB regional y recibe menos del 20% de la inversión pública.
- Proyectos eternos (ZAL, trenes, Gorguel, patrimonio) se prometen y no se cumplen.
- Murcia capital recibe tres veces más inversión por habitante.
Infraestructuras civiles abandonadas
- Cercanías sin electrificar.
- Carreteras como la RM-1 sin terminar.
- Puerto de El Gorguel paralizado.
- Aeropuerto alejado y en manos murcianas.
Sanidad y servicios: desigualdad flagrante
- El Hospital Naval abandonado.
- Pacientes derivados a Murcia constantemente.
Patrimonio sin restaurar
- La Catedral Vieja en ruinas.
- Museos sin financiación.
- El Modernismo y el Teatro Romano infrautilizados.
Comarca olvidada
- Sin mancomunidad funcional.
- Sin proyectos comunes entre los municipios del Campo de Cartagena.
Sentimiento ciudadano
- Desafección regional creciente.
- Orgullo herido.
- Pérdida del sentido de pertenencia a una Región que no la reconoce.
La reivindicación no es ruptura: es justicia
Cartagena no busca dividir, ni competir con nadie. Solo quiere recuperar el lugar que le corresponde. Pide:
- Equidad.
- Respeto.
- Voz.
- Representación.
- Recuperar su capitalidad administrativa, cultural y moral.
Hoy, Cartagena despierta. Lo hace con orgullo, con argumentos y con amor propio. Lo hace desde la memoria de aquel 5 de julio de 1728 en que nació como capital departamental, y desde la esperanza de que un día vuelva a ser lo que nunca dejó de ser en el corazón de su pueblo: capital de sí misma.