Introducción
Cartagena, ciudad de historia milenaria y esplendor industrial, es también el escenario de una de las manifestaciones arquitectónicas más destacadas del modernismo en España. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, el auge de la minería y la industria trajo consigo una burguesía poderosa que buscaba reflejar su éxito en la arquitectura. Fue en este contexto donde Víctor Beltrí y Roqueta dejó su huella imborrable.
Su talento, su visión y su capacidad de adaptación lo convirtieron en el arquitecto más influyente de la Cartagena modernista. Pero su legado no se limita solo a sus construcciones. Su historia personal, su relación con la ciudad y su impacto en la posteridad lo han convertido en un personaje fundamental en la identidad cartagenera.
Los Primeros Pasos de un Genio
Víctor Beltrí nació en Tortosa, Tarragona, en 1862. Se formó como arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, donde se empapó de las nuevas tendencias arquitectónicas que estaban transformando Europa. Su talento quedó patente desde el inicio, pero sus primeros años profesionales fueron de búsqueda y aprendizaje.
Antes de llegar a Cartagena, Beltrí trabajó en diversos proyectos en Cataluña, Teruel y otras regiones de España. Sin embargo, su gran oportunidad llegó en 1895, cuando decidió establecerse en Cartagena, una ciudad en plena transformación gracias a la riqueza generada por la minería.
Cartagena y el Despegue de su Carrera
El primer gran encargo de Víctor Beltrí en Cartagena fue la Casa Cervantes (1897), solicitada por el empresario minero Serafín Cervantes. Este proyecto fue un punto de inflexión en su carrera, ya que le permitió demostrar su talento a la burguesía cartagenera, que pronto comenzó a solicitar sus servicios.
Gracias al éxito de la Casa Cervantes, Beltrí se convirtió en un arquitecto de referencia en la ciudad y recibió numerosos encargos de las familias más influyentes. Entre muchos trabajos se le confió la finalización de un proyecto emblemático: el Gran Hotel, diseñado originalmente por Tomás Rico. Beltrí introdujo modificaciones clave en la estructura y el diseño del edificio, convirtiéndolo en una de las joyas arquitectónicas de Cartagena.
A partir de ese momento, su producción arquitectónica se multiplicó, dejando un legado que aún define el paisaje urbano de la ciudad.
Un Modernista con Estilo Propio
Si bien el modernismo es el estilo que más se asocia con Víctor Beltrí, su arquitectura no se limitó a una sola corriente. Era un hombre pragmático, que entendía las necesidades de sus clientes y sabía adaptarse a los presupuestos disponibles.
Su modernismo se caracteriza por:
- Fachadas ricas en ornamentación, con elementos de hierro forjado, cerámica y relieves.
- Estructuras funcionales, donde la belleza se combinaba con la utilidad.
- Influencia de Gaudí y Domènech i Montaner, pero con un estilo más sobrio y adaptado a la realidad cartagenera.
Entre sus obras más emblemáticas se encuentran:
- Casa Llagostera (1916), con una impresionante decoración de cerámica modernista.
- Casa Maestre, un claro ejemplo de su maestría en la composición arquitectónica.
- Casa Dorda, donde el uso del hierro forjado y la cerámica alcanza su máximo esplendor.
Relación con el Ayuntamiento de Cartagena
A lo largo de su carrera, Beltrí tuvo una relación compleja con el Ayuntamiento de Cartagena. Aunque fue un arquitecto muy solicitado por la burguesía local, su colaboración con la administración municipal no siempre fue fluida.
Entre sus proyectos para el consistorio destacan:
- Intervenciones en la Casa Consistorial, donde realizó trabajos de mantenimiento y mejora.
- Planes de ensanche y reordenación urbana, en una Cartagena que crecía a gran velocidad.
- Reformas en mercados y edificios públicos, en un intento de modernizar la infraestructura de la ciudad.
Sin embargo, en varias ocasiones el Ayuntamiento optó por otros arquitectos, bien por decisiones políticas o burocráticas. También tuvo problemas con retrasos en pagos, una situación común en aquella época. A pesar de ello, su impacto en la planificación urbana de Cartagena es innegable.
Vida Personal: Un Hombre de Familia
Más allá de su faceta profesional, Víctor Beltrí fue un hombre reservado y familiar. Se casó con Isabel Martínez Hernández, una cartagenera que fue su compañera de vida y apoyo constante. Juntos tuvieron varios hijos, entre ellos Guillermo Beltrí Villaseca, quien trabajó como aparejador y colaboró con su padre en diversos proyectos.
Aunque Cartagena se convirtió en su hogar definitivo, Beltrí nunca perdió el vínculo con su tierra natal, Tortosa. Sin embargo, su amor por la ciudad portuaria quedó reflejado en cada una de sus obras.
El Declive de la Minería y sus Últimos Años
Con el paso del tiempo, la riqueza generada por la minería comenzó a decaer, y con ella, las grandes inversiones en arquitectura. Aun así, Beltrí siguió activo hasta sus últimos días. En 1935, a la edad de 73 años, falleció dejando un legado monumental.
Su cuerpo descansa en el cementerio de Nuestra Señora de los Remedios, en el panteón de la familia Bernal Beltrí.
Reconocimientos y Legado
A pesar de su enorme contribución al patrimonio de Cartagena, Beltrí no recibió en vida el reconocimiento que merecía. Sin embargo, con el tiempo su figura ha sido reivindicada:
- En 2012, la Ronda Norte fue renombrada como Avenida de Víctor Beltrí, en conmemoración del 150 aniversario de su nacimiento.
- Se han realizado múltiples exposiciones y estudios sobre su obra, consolidándolo como el principal arquitecto del modernismo en la Región de Murcia.
- La Comisión Beltrí 2012 ha trabajado intensamente para preservar su legado y difundir su importancia en la historia arquitectónica de España.
Conclusión
Víctor Beltrí no solo fue el arquitecto que transformó Cartagena, sino que fue un hombre que supo interpretar el espíritu de su época y plasmarlo en piedra, hierro y cerámica. Su modernismo, lejos de ser una mera copia de las corrientes catalanas, adquirió una personalidad propia que aún hoy define el paisaje urbano de la ciudad.
Más de un siglo después de su llegada a Cartagena, sus edificios siguen siendo testigos de un pasado de esplendor y de un arquitecto que supo darle alma a una ciudad. Su historia, su obra y su legado merecen ser recordados y protegidos para que las futuras generaciones sigan admirando el talento del maestro del modernismo cartagenero.