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Crónicas de un Pueblo. – Manga del Mar Menor: paraíso sin brújula.

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PorJosé Antonio Martínez Pérez

30 de junio de 2025
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Enclavada en la Región de Murcia y perteneciente en gran parte al municipio de Cartagena, La Manga del Mar Menor es una estrecha lengua de tierra que separa dos mares: el cálido y salino Mar Menor, y el abierto y profundo Mar Mediterráneo.

Un accidente geográfico único en el mundo que ha sido, a lo largo de la historia, tanto regalo de la naturaleza como víctima de la improvisación humana.

Un enclave privilegiado en la comarca del Campo de Cartagena.

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La Manga no es solo un lugar turístico. Es uno de los grandes motores de riqueza de la comarca natural del Campo de Cartagena, la más extensa y fértil del sureste peninsular.

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Forma parte de un ecosistema social y económico compartido por municipios como Cartagena, Los Alcázares, San Javier y San Pedro del Pinatar, cuyas riberas abrazan el Mar Menor como un tesoro común.

La actividad turística que genera La Manga —hoteles, apartamentos, comercios, restauración, ocio náutico, servicios— alimenta el tejido económico de toda la comarca, genera empleo, atrae inversión y da visibilidad a la región a nivel nacional e internacional.

Su deterioro, por tanto, no afecta solo a un núcleo costero, sino a toda la estructura económica y social del Campo de Cartagena.

Y, sin embargo, carece de una estructura administrativa unificada que gestione su complejidad y su valor. Cada municipio mira al mar desde su propio enfoque, y eso ha sido parte del problema.

Origen natural e histórico.

Geológicamente, La Manga es un cordón litoral de unos 21 kilómetros de longitud, formado por depósitos arenosos arrastrados por las corrientes marinas y sedimentados durante siglos.

Desde épocas romanas ya se conocían las bondades del Mar Menor, utilizado como lugar de descanso y pesca.

Durante siglos, La Manga fue un paraje casi virgen, salpicado de dunas, vegetación autóctona y algunas casas de pescadores y salineros.

Los inicios de su urbanización: sin criterio y sin freno.

Fue en la década de los años 60, en plena fiebre del desarrollismo español, cuando La Manga entró en la vorágine de la urbanización masiva, auspiciada por un turismo emergente y una visión de futuro que confundió crecimiento con especulación.

Se inauguraron hoteles emblemáticos como el Galúa, el Entremares o el Cavanna, seguidos de urbanizaciones verticales que se alineaban sin alma ni armonía.

Se construyeron sin planificación global, sin estudios medioambientales, sin prever las consecuencias del impacto humano sobre el Mar Menor.

Los canales y las golas, creados para comunicar ambos mares, alteraron gravemente el equilibrio natural del ecosistema.

La Manga, símbolo del turismo español.

Durante las décadas de los 70 y 80, La Manga se convirtió en un destino icónico: referente del veraneo nacional, lugar de encuentro de familias, artistas y deportistas.

Sus playas, su clima, su oferta de ocio y su peculiar geografía doble (dos mares en un mismo paseo) la convirtieron en una postal del turismo español.

Los clubes náuticos, las escuelas de vela, los centros comerciales y los eventos deportivos alimentaban un entorno dinámico, rentable y atractivo.

Era el sueño mediterráneo… pero con pies de barro.

Declive y consecuencias: cuando el modelo falla.

Años después, lo que fue un paraíso improvisado se convirtió en un problema estructural:

• Saturación estacional e ineficacia del eje viario principal.

• Servicios públicos desbordados en verano y escasos en invierno.

• Edificaciones envejecidas y poca renovación del modelo turístico.

• Crisis ambiental del Mar Menor por contaminación, exceso de nutrientes, vertidos, y presión humana.

La Manga dejó de ser el paraíso ordenado y pasó a ser el ejemplo de lo que no debe hacerse en materia urbanística y medioambiental.

Una comarca con un mar, un futuro compartido.

La solución no puede ser local, sino comarcal y mancomunada.

Cartagena, San Javier, Los Alcázares y San Pedro del Pinatar comparten las orillas de un mismo mar y los efectos de una misma gestión fallida.

Por ello, se hace urgente la creación y activación de una auténtica mancomunidad de servicios públicos para el Mar Menor:

• Gestión integrada del litoral, que regule las actuaciones humanas y urbanas.

• Coordinación del transporte, la movilidad y los servicios esenciales.

• Plan común de recuperación ambiental del Mar Menor, basado en criterios científicos, sostenibles y reales.

• Una visión turística renovada, con base en la digitalización, la sostenibilidad y la calidad.

• Un modelo de gobernanza que ponga en valor la riqueza natural, económica y patrimonial del Campo de Cartagena.

No puede haber futuro para La Manga si no se cuida el mar que la abraza.

Y no puede haber prosperidad para la comarca si se sigue permitiendo la decadencia de su mayor activo costero.

Un segundo comienzo es posible.

La Manga necesita una refundación ética, urbanística y turística. Ya no puede ser el destino de sol y playa fácil y masificado. Tiene la capacidad, la belleza y el legado para ser un laboratorio de sostenibilidad, un ejemplo de recuperación medioambiental y una joya del turismo de calidad en el Mediterráneo.

Pero para eso hace falta valentía política, voluntad ciudadana y coordinación institucional.

Las opiniones vertidas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de dondecomemosct.es

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