Hace exactamente un siglo, un 19 de octubre de 1925, Cartagena encendía su voz por primera vez. Aquel día, cuando las ondas eran aún un misterio para muchos, la ciudad volvió a ser pionera, inaugurando las primeras emisiones de radio de toda la Región de Murcia. Fue un gesto de modernidad, de impulso cultural, de esos que nacen en el alma de una ciudad inquieta, abierta al mundo y deseosa de hacerse oír. Cartagena, que ya había visto nacer a inventores, científicos y artistas de renombre, se sumaba entonces a la nueva era de la comunicación, con la misma determinación con la que siglos atrás había dominado los mares.
Este 2025, el Ayuntamiento prepara una exposición en el Palacio Consistorial para recordar aquel hito que marcó un antes y un después. No será solo una muestra de aparatos antiguos, fotografías y voces rescatadas del polvo del tiempo, sino una mirada a la esencia de lo que la radio significó: cercanía, humanidad, compañía. Habrá emoción en el aire cuando los actores locales revivan el primer programa radiofónico de Cartagena, devolviendo a la ciudad la magia de escucharse por primera vez. Esa vibración de orgullo, ese eco que viaja a través del tiempo y nos recuerda quiénes fuimos.
La alcaldesa, Noelia Arroyo, lo ha dicho con claridad: la radio ha sido una compañera de vida, una voz que ha contado alegrías y desastres, que ha unido a barrios, familias y generaciones. Pero más allá de las palabras institucionales, late una verdad que muchos cartageneros sienten en lo más profundo: Cartagena fue, y debería seguir siendo, una ciudad de primera línea, una ciudad que abre caminos.
Sin embargo, el paso de los años y el laberinto autonómico han ido apagando parte de esa voz. Desde que las comunidades autónomas comenzaron a tejer su red de poder, Cartagena —que un día fue el corazón militar, naval, industrial y cultural del sureste español— ha visto cómo se desdibujaba su protagonismo en el mapa nacional. Las decisiones se fueron tomando lejos, los recursos se concentraron en otros lugares y el eco de esta ciudad, que una vez resonó con fuerza en las ondas, empezó a escucharse más débil.
Y sin embargo, aquí sigue Cartagena, orgullosa y resistente, con la misma dignidad de siempre. Lo que hoy se conmemora no es solo un siglo de radio, sino un siglo de persistencia. Porque, aunque la ciudad haya sido a veces olvidada, nunca ha dejado de emitir. Sus voces siguen saliendo al aire, sus programas siguen contando historias, sus gentes siguen creyendo que esta tierra merece más.
Quizá por eso este centenario no es solo un homenaje al pasado, sino una llamada al futuro. Para recordar que cuando Cartagena tuvo libertad para crear, para decidir, para soñar, hizo historia. Que fue pionera no porque se lo permitieran, sino porque quiso serlo. Y que, aunque otros se empeñen en bajarle el volumen, la voz de Cartagena sigue ahí: firme, clara y con memoria. Porque hay ciudades que, incluso en silencio, siguen resonando. Y Cartagena es una de ellas.