Cuando uno piensa en la tierra, en sus frutos más humildes y sabrosos, es imposible no rendirse ante la sencillez de una buena patata. Y en La Puebla, una diputación cartagenera con alma de pueblo grande, lo saben de sobra. Desde el martes 28 de mayo y hasta el sábado 1 de junio, la patata del Campo de Cartagena dejará de ser sólo un ingrediente para convertirse en protagonista absoluta de una fiesta que rebosa orgullo, sabor y comunidad.
Los vecinos ya afinan los últimos detalles y las ollas esperan pacientes el lanzamiento certero de la patata en uno de los actos más esperados. Porque sí, aquí se lanza la patata a la olla como si se tratara de un deporte de precisión, mientras en los bares de la comarca se preparan las mejores tapas con ese tubérculo dorado como base. El ambiente se va encendiendo poco a poco, entre exposiciones de variedades, venta directa por parte de los agricultores y un mercadillo que promete ser punto de encuentro de familias enteras.
Pero esto no es sólo una fiesta popular: es un acto de justicia gastronómica. Hace ya un año que el Ayuntamiento de Cartagena se puso manos a la obra junto a vecinos y agricultores para proteger la Patata Temprana del Campo de Cartagena, una joya cultivada en más de 6.000 hectáreas con tecnología punta y manos curtidas. Nació así una alianza con sabor a campo: se creó una Asociación de Productores, se impulsaron ferias, se le dio alma a esta celebración, que ya va por su decimosexta edición. Y este año, más que nunca, la patata exige su sitio en la memoria colectiva de los cartageneros.
El programa de actividades lo han presentado los concejales Álvaro Valdés, Beatriz Sánchez y José Ramón Llorca, junto a Javier León y José Fernández, de la Comisión de Fiestas. No han escatimado en palabras: esto es una exaltación al producto local, pero también a la identidad de una comarca. El viernes tendrá lugar la gala de coronación de la Reina y la Dama de las Fiestas, que abren paso al mes de junio con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, otra de esas tradiciones que siguen vivas y fuertes en La Puebla.
Pero si hay un momento que nadie se quiere perder, es el del domingo. El primero de junio, cuando el reloj se acerque a la una y media de la tarde, los olores inundarán el aire. Patatas fritas pueblenses, crujientes y doradas, se mezclarán con las cocidas, las asadas, y una tortilla gigante que solo puede calificarse de épica. Será el día grande. Un homenaje al sabor de siempre, cocinado a fuego lento por manos que saben lo que hacen.
Todo esto lo ilustra, nunca mejor dicho, el cartel oficial de la fiesta, obra del dibujante José Manuel Puebla, que ha sabido plasmar en una sola imagen lo que aquí se respira: tradición, entusiasmo y una patata con denominación de origen emocional. Porque hay productos que nacen del suelo, pero otros —como esta patata cartagenera— nacen también del cariño con que se cultivan y se celebran. Y en La Puebla, eso lo tienen claro.


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