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Crónicas de un Pueblo. – 20 de julio de 1971: Cuando Cartagena cantó en verso

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I Certamen Nacional del Trovo en el Parque de Artillería

Aquel 20 de julio de 1971, en el corazón monumental de Cartagena, algo más que versos rimaron con arte y pasión. El patio del Real Parque de Artillería se llenó de voces, guitarras y emoción para celebrar el I Certamen Nacional del Trovo, una cita que marcaría un antes y un después en la historia de la improvisación poética del sureste español. Allí, entre muros centenarios y bajo un cielo estival, se volvió a escuchar la voz del pueblo, transformada en décimas, quintillas, cuartetas y pareados, en un festival que convertía la tradición en arte vivo.

Un inicio con alma cartagenera.

La idea surgió en los años anteriores, desde las entrañas populares de Pozo Estrecho, con aquellas famosas meriendas troveras donde se mezclaban el vino, la risa y el duelo verbal. Pronto, esta costumbre se institucionalizó gracias al empuje de un grupo de entusiastas liderados por Casimiro Bonmatí Limorte, que junto a Carlos Ferrándiz Araujo, Aureliano Gómez Vizcaíno, Isidoro García Ráez y Alberto Colao Sánchez, fundaron la Asociación Española de Amigos del Trovo.

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El Ayuntamiento de Cartagena no tardó en sumarse a esta ola cultural, brindando su apoyo a lo que sería el embrión de una de las citas más importantes para el trovo: un certamen nacional competitivo, en el que improvisar con gracia, métrica y verdad era el mayor trofeo.

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Protagonistas de una velada para la historia

Entre los participantes de aquel primer certamen, destacaron varios troveros cartageneros, verdaderos maestros del arte oral que deslumbraron al jurado y al público:

José Mateo “Picardías”

Ganador indiscutible del certamen inaugural. Natural de Cartagena, fue apodado Picardías por su ingenio y humor incisivo. Su facilidad para rimar y su estilo burlón lo convirtieron en uno de los grandes.

Carlos Romero Galiana

Médico de profesión, investigador, y un apasionado del trovo. Participó y ganó en la modalidad de décimas, además de formar parte del jurado. Su presencia dotó al certamen de un aire académico sin restarle autenticidad.

José Martínez Sánchez “El Taxista”

Conductor de taxi en Cartagena, trovero autodidacta y alma generosa. Participante incansable de las siguientes ediciones, con el tiempo se convertiría en presidente de la Asociación Trovera “José María Marín”, y en pieza clave del festival Trovalia.

Su entrega le valió el homenaje del Ayuntamiento, que puso su nombre a una plaza en su pueblo natal, Los Belones, perpetuando su legado entre versos y motores.

Otros nombres cartageneros:

  • Ballesta
  • “Cantares”
  • David Castejón
  • Ángel Roca

Todos ellos forjaron una generación irrepetible de poetas populares, capaces de jugar con la palabra en el filo de la música y la emoción.

Evolución del certamen: del verso al mundo

Tras aquella primera edición en 1971, el Certamen Nacional del Trovo se celebró de manera ininterrumpida hasta 2003, con sede fija en Cartagena. A lo largo de esas tres décadas:

  • Se organizaron simposios nacionales sobre el trovo, como el de 1976, que contó con intelectuales de prestigio como Carmelo Lisón Tolosana y María Cátedra Tomás.
  • Se profesionalizó la enseñanza del trovo.
  • Se editó obra escrita y se grabaron actuaciones memorables.

En 2003, el certamen mutó hacia algo más grande: nació Trovalia, un festival internacional y no competitivo, donde trovadores de Cuba, Colombia, Panamá o Puerto Rico se unieron a los nuestros para demostrar que el arte oral no tiene fronteras.

El lugar: El Parque de Artillería

El certamen se celebró en un espacio a la altura de la palabra poética: el patio del Real Parque de Artillería, hoy convertido en el Museo Histórico Militar de Cartagena. Allí, entre cañones, banderas y piedras con historia, se escuchó ese día el alma profunda del pueblo, que no necesita escenario para decir verdad, porque le basta con el aire y una guitarra.

Legado que sigue latiendo

Hoy, cuando recordamos aquel 20 de julio de 1971, lo hacemos no solo con nostalgia, sino con el orgullo de saber que Cartagena fue y sigue siendo epicentro del trovo.

Gracias a hombres y mujeres como “Picardías”, “El Taxista” o Romero Galiana, y a quienes siguen su estela en Trovalia, la ciudad mantiene vivo ese duende que convierte la palabra en duelo, el ingenio en melodía, y el respeto en verso.

Que no se apague la décima

En un mundo que a veces olvida lo esencial, recordar el I Certamen Nacional del Trovo es rendir homenaje a quienes hicieron de la tradición un arte y del arte una bandera. Porque mientras haya una guitarra, una voz y un público dispuesto, el trovo seguirá vivo. Y mientras Cartagena lo recuerde, seguirá siendo capital del verso improvisado.

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