La última cita de las jornadas Impulsa Cartagena dejó claro que la ciudad hierve a fuego lento entre tradición y vanguardia. Bajo el sugerente título “Cartagena sabe a tierra y mar”, el encuentro reunió a algunos de los nombres más reconocidos de la gastronomía y la hostelería local, en una velada donde se habló con pasión, con orgullo y, sobre todo, con sabor a Cartagena.
El acto, celebrado este jueves y moderado por Tomás Martínez Pagán, miembro de la Academia de Gastronomía de la Región, tuvo como protagonistas a la chef María Gómez, de Magoga —la primera Estrella Michelin de la ciudad—; a Sergio Acosta, del Grupo Casa Tomás; a Francisco Garnero, presidente de Hostecar y alma de El Paso de los Elefantes; y a Francisco Bernal, vicepresidente de COEC y CEO de CaféLAB. Todos ellos, cuatro formas distintas de entender la cocina y la empresa, pero un mismo sentimiento común: Cartagena como raíz y horizonte.
Jesús Giménez Gallo, portavoz de MC Cartagena, abrió la sesión agradeciendo la presencia de los asistentes y el compromiso del sector, recordando que “apostar por la gastronomía es apostar por la identidad y el futuro de la ciudad”. Y a partir de ahí, se sirvió una charla que, más que una mesa redonda, fue una conversación entre amigos que comparten el mismo amor por su tierra y sus productos.
María Gómez habló desde la emoción. “A veces nuestra gastronomía se pierde, y este tipo de encuentros sirven para reencontrarla”, dijo, destacando cómo la Estrella Michelin no solo premió a un restaurante, sino a toda una ciudad que se ha vuelto a mirar al espejo con orgullo. “Queremos que quien entre por la puerta de Magoga sepa que está en el Campo de Cartagena. Somos tierra y mar, y eso se nota en cada plato”, afirmó la chef entre aplausos.
Sergio Acosta, del Grupo Casa Tomás, puso el acento en la sostenibilidad y en la continuidad familiar de su negocio, donde ya se prepara la cuarta generación. “Somos el primer grupo en España con los sellos Q de Calidad y S de Sostenibilidad, y eso nos compromete aún más con lo nuestro. Apostamos por la Lonja de Mazarrón, por la almadraba de La Azohía, por los proveedores de Cartagena. Tenemos un producto espectacular y debemos sentirnos orgullosos de él”, aseguró.
Francisco Garnero, desde su experiencia en Hostecar y al frente de su restaurante en San Antón, recordó que las tradiciones también se defienden desde la cocina. “No podemos perder platos como el pulpo sanantonero. Cada vez cuesta más mantener vivas las costumbres, pero ahí está nuestra fuerza: en diferenciarnos, en seguir siendo Cartagena”.
Francisco Bernal, con la serenidad del empresario que ha sabido reinventar un legado, explicó cómo CaféLAB nació para dignificar algo tan cotidiano como el café. “Queríamos que se apreciara, que se entendiera. Hoy enseñamos, reciclamos, apostamos por la economía circular y por formar nuevos baristas. Porque igual que el vino, el café se disfruta más cuando se conoce. Y ese conocimiento eleva a toda la hostelería cartagenera”.
La jornada cerró con un mensaje que resonó entre los asistentes: innovar no es olvidar las raíces, sino hacer algo extraordinario sin dejar de ser quienes somos. Lo dijo Martínez Pagán con su habitual sabiduría y lo reafirmaron los cuatro ponentes con su ejemplo.
Impulsa Cartagena se despidió esta vez con sabor a triunfo, con un auditorio lleno y con la promesa de volver en febrero con una nueva edición dedicada a la gastronomía. Porque Cartagena, más que nunca, sabe a tierra y mar, a trabajo bien hecho, a futuro cocinado con orgullo.






