La banda de rock cartagenera Arde Bogotá hizo historia en su ciudad con dos conciertos consecutivos, el viernes 4 y sábado 5 de julio de 2025, en el Parque El Batel. Con todas las entradas agotadas y alrededor de 37.000 fans entregados, los músicos se consagraron como profetas en su tierra, triunfando en casa por partida doble y demostrando que el dicho “nadie es profeta en su tierra” ya no aplica en Cartagena. Este doblete apoteósico, enmarcado en el festival Cartagena Suena, convirtió a la ciudad portuaria en el epicentro del rock español durante todo el fin de semana, con Arde Bogotá como grandes protagonistas y orgullo local.
La conexión con el público fue total: miles de voces corearon cada letra de himnos como “Los Perros”, “Antiaéreo” o “Qué vida tan dura”, mientras la banda se dejaba la piel en el escenario con una energía arrolladora. Antonio García, el vocalista, había confesado días antes que sentía estos conciertos “como si me casara” de los nervios y la emoción, y es que sabía que entre el público estarían su familia, sus amigos de toda la vida e incluso vecinos del barrio. Sobre las tablas, Arde Bogotá se mostró visiblemente conmovido; en varios momentos agradecieron a su gente por acompañarlos en este sueño cumplido y reiteraron que “Cartagena es lo más grande que tenemos” Quedó así claro el enorme cariño que la banda le tiene a su tierra y cómo el sentimiento es mutuo: la masiva respuesta del público –que los propios músicos calificaron de “bárbara” y casi misteriosa por su magnitud– indica “el inmenso deseo de la gente por ver a la banda” y un orgullo mutuo entre los artistas y su comunidad.
Aparte del espectáculo musical, el entorno hizo del evento algo mágico. El recinto en la Cuesta del Batel, al pie de la antigua muralla de Cartagena y con vistas directas al mar Mediterráneo, ofrecía un marco inmejorable para los conciertos. Pocas ciudades pueden presumir de un espacio así: escuchar rock en vivo junto a piedras centenarias y con el oleaje de fondo, mientras la brisa marina alivia el calor veraniego, es un privilegio que elevó la experiencia para todos los asistentes. Gracias a la cercanía del mar, la temperatura se mantuvo muy agradable durante ambas veladas, permitiendo disfrutar de la música cómodamente incluso en pleno julio.
La única nota pendiente la puso el apartado logístico. A pesar de que la organización habilitó una única entrada con 12 carriles de acceso (incluyendo carriles especiales para personas con movilidad reducida y para menores), la masiva afluencia provocó algunas aglomeraciones en las horas punta. Muchos asistentes tuvieron que armarse de paciencia tanto para entrar como al salir del recinto, lo que deja una lección clara: de cara a próximos eventos de este calibre en Cartagena, sería conveniente mejorar los accesos y la planificación de transporte. Con una gestión más fluida en este aspecto, la experiencia global –ya de por sí memorable– sería aún más redonda para el público.
En definitiva, Arde Bogotá ha sido profeta en su tierra y ha arrasado en Cartagena con dos noches para el recuerdo. La banda hizo vibrar a decenas de miles de paisanos, demostrando que juegan en casa como en los grandes escenarios del mundo. La combinación de su entrega musical, el apoyo incondicional de sus fans locales y el encanto único de Cartagena (murallas, mar y brisa incluidos) resultó imbatible. Dos conciertos históricos que han coronado a Arde Bogotá en su ciudad natal y han dejado el listón muy alto para la música en vivo en Cartagena






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