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Perdidos en Benasque: un verano entre montañas y sabores

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PorEnrique

13 de septiembre de 2025
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Ahora, en la tranquilidad del final del verano, cuando el Sol camina rumbo al Sur en busca del equinoccio de otoño, pienso en aquellos días estivales cuando, huyendo del calor de nuestra costa mediterránea, puse los pies en el valle de Benasque.

Rodeado de los picos más altos del Pirineo se encuentra Benasque, un pueblo sorprendentemente llano que cuenta con un gran ambiente, no solo en verano, también en invierno por la cercanía a la estación de esquí de Cerler, a escasos kilómetros de allí. Todos sabemos que la gastronomía española es de las mejores del mundo y, posiblemente, de las más variadas. En cada rincón de este país existe una cocina propia, nacida de la tierra en la que te encuentres, que hace que viajar por la península sea tan apetecible. Y no olvidemos el tremendo patrimonio con el que cuenta España en todo su territorio, sobre todo en lugares habitados desde que la historia se confunde con las leyendas que, con orgullo, han ido pasando de padres a hijos.

El Pirineo aragonés no podía ser menos y, además de contar con pueblos increíbles y un patrimonio envidiable, su gastronomía es, sencillamente, maravillosa. Debido a la cercanía con Cataluña —a pocos kilómetros del Valle de Arán— y también con Francia, la cocina de Benasque tiene matices que recuerdan a la catalana y a la francesa. Prueba de ello fue la tosta de escalivada que pudimos comer en el restaurante Mesón de Benás.

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Nada más entrar al restaurante pudimos ver su parrilla de leña y cómo unos pimientos y unas berenjenas se asaban lentamente en el crepitar del fuego, dando al plato final un sabor ahumado único.

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El paseo de Benasque es muy agradable: es llano y se integra dentro de un conjunto urbano donde la piedra y la pizarra te envuelven. Caminar por sus calles es gratificante, pero lo mejor es volver a tener que ponerse una chaqueta a la caída del Sol. Benasque se encuentra a una altitud de unos 1.138 m sobre el nivel del mar y, al estar rodeado de los picos más altos del Pirineo —recordad que el Aneto, con sus 3.404 m, es el tercer pico más alto de España—, ofrece un clima fresco. Para buscar una equivalencia térmica con Cartagena, sería como estar en marzo, grado arriba o abajo.

En uno de los muchos paseos que pudimos dar por las estrechas y antiguas calles de Benasque, encontramos una de las tabernas más antiguas del valle, quizá la que más: la Taberna de Rabasón. Entrar ahí es dar un salto en el tiempo y viajar al instante a una época en la que todo iba más despacio. La decoración de la taberna hace que la estancia sea acogedora e invita a disfrutar de un buen vino, una cerveza o su vermut casero. No puedes ir a Benasque sin pasar por la Taberna Rabasón y probar su vermut. Repetirás. Nosotros lo hicimos.

Llama la atención la cantidad de restaurantes, bares y hoteles que hay en este pequeño pueblo del Pirineo oscense. Pero si te paras a pensar en todas las posibilidades que ofrece, te das cuenta de que está justificado. Eso sí, si no reservas, puede que tengas que acudir a un supermercado para poder comer algo.

Uno de los locales más demandados del pueblo es el restaurante Bombardino. Un espacio con encanto y de una gastronomía excelente, más enfocado a una comida informal, mezclando tradición e innovación en una misma carta. Este es uno de los restaurantes que tienes que probar y, eso sí, recomendamos reservar con días de antelación.

El senderismo es una de las mejores actividades que puedes hacer en los Pirineos. Vivir a orillas del Mediterráneo, en el sureste español, y estar acostumbrado a nuestros montes hace que el contraste de un lugar con otro sea tan brutal que pareces un niño en un parque de atracciones nuevo. Ojo, que nuestros montes en primavera, sobre todo si llueve mucho, se vuelven totalmente verdes; salvando la vegetación, claro, que es muy diferente.

Una de las rutas que se puede hacer —hay muchas— desde el mismo pueblo de Benasque, es la que te lleva a las localidades de Anciles y Cerler, con unos 17 km de recorrido. El tramo que conecta Anciles, un pequeñísimo pueblo con un grandísimo encanto, es muy agradable y llano. Una vez en Anciles, debes pasear por sus calles, y una buena idea es tomar un refrigerio en la terraza del restaurante Ansils. Merece la pena.

A partir de Anciles hay un punto de inflexión y, buscando el camino que conduce al camposanto del pueblo, comienza una gran subida hasta Cerler, por senderos que harán que el esfuerzo merezca la pena. Pasarás por una zona boscosa y umbría que te protegerá del sol. Una vez en Cerler, dejando el teleférico de la estación de esquí a la derecha, buscamos la ruta de las tres cascadas, una ruta circular donde disfrutarás de impactantes saltos de agua. En una de ellas pasas tan cerca que notas el viento que genera la columna de agua al caer a pocos metros de ti.

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La ruta de las tres cascadas termina de vuelta en Cerler y te hace recorrer su casco histórico. El pueblo es otra maravilla —todos los del Pirineo lo son—. A diferencia de Benasque, Cerler no es tan llano. También cuenta con restaurantes que merecen mucho la pena. Quédate con los nombres, porque seguro que volverás. Ya en la carretera que conduce a Benasque buscamos un sendero que baja hasta el pueblo de origen. Ruta muy recomendable, tanto por los pueblos que atraviesas como por la vegetación y senderos por los que discurre. Lo mejor es que, si no tienes excesiva prisa —nunca hay que tenerla para poder disfrutar del entorno—, puedes recuperar fuerzas en cada uno de los pueblos. Más o menos acumularás una subida de unos 700 m, que no es mucho.

Dicen que el mundo es un pañuelo y puede que quien lo dijera llevase razón. En Benasque entramos al Bazar Pirineo, cosas de los más pequeños que necesitan un juguete en cada uno de sus viajes, y para llevarnos un recuerdo de Benasque en forma de imán para la nevera. El acento de Cartagena es inconfundible para la gente de esta ciudad tartésica y, resulta que la dueña del bazar, Ana, es de Cartagena. Aunque lleva más de 40 años en Benasque, sigue vinculada a nuestra ciudad y la visita todos los años. Lo más curioso es que nos seguía en nuestra página de Facebook y también seguía a nuestro buen amigo Sergio de Nova Ocio a través de Instagram. Nos hizo mucha ilusión dar con alguien de nuestra tierra a tantos kilómetros de distancia, para nosotros Benasque está en la otra punta de España. Además, el hecho de que siguiera a “¿Dónde Comemos? Cartagena” hace que queramos seguir haciendo lo que hacemos, que no es más que dar a conocer las cosas de esta ciudad con mar.

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