Hay sonidos que se quedan grabados en la memoria colectiva de una ciudad. No necesitan fotografía ni firma, porque bastan unas pocas notas, un timbre de voz, una sintonía, para que el recuerdo despierte. Así es la radio en Cartagena: un latido que lleva cien años acompañando a sus gentes, contando lo cotidiano, lo histórico, lo alegre y lo triste.
En 1925, cuando apenas había calles adoquinadas y los barcos del puerto eran el gran rumor de fondo, comenzó a emitirse EAJ 16 Radio Cartagena. Desde entonces, aquel invento mágico que viajaba por el aire se convirtió en compañía fiel de generaciones enteras. Por eso, este miércoles 15 de octubre, a las 20:00 horas, el salón de actos del Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy acogerá la charla ‘100 años de radio en Cartagena’, con entrada libre hasta completar aforo. Una cita que promete emoción, nostalgia y gratitud.
El encuentro, organizado con la colaboración del Ayuntamiento, rendirá homenaje a todos aquellos que hicieron posible que la voz de Cartagena se oyera mucho más allá de sus murallas. Entre ellos, una emisora ocupa un lugar especial en el corazón de muchos cartageneros: Radio Juventud, nacida en 1951, cuando la televisión era un sueño lejano y las voces del dial eran parte de la familia.
En aquellas ondas se escuchaban risas, noticias, coplas y confidencias que tejían la rutina de la ciudad. Era el tiempo en que la radio lo era todo: entretenimiento, información y compañía. Y en ese escenario brillaron nombres que aún hoy despiertan cariño: Emilio García y Carmelina Pallarés, dos de las voces más queridas, regresarán por una tarde para compartir vivencias y anécdotas que marcaron una época.
El periodista Jaime Cros, también parte de aquella gran familia de Radio Juventud, moderará esta charla que no será solo una lección de historia, sino un viaje emocional al alma de Cartagena.
Porque la radio no solo se escucha: se siente. Está en la voz que te acompaña en la madrugada, en la noticia que llega antes de que amanezca, en la música que cura silencios. Y en Cartagena, lleva un siglo haciéndolo con el mismo cariño de siempre, hilando palabras que cruzan el aire como abrazos invisibles.
Cien años después, las ondas siguen vivas, latiendo al ritmo de esta ciudad con mar.