Dicen que el concepto de tapa surgió entre los siglos XVI y XVII y empezó con un poco de jamón o queso sobre una rebanada de pan, que servía para tapar la bebida y evitar que entrasen insectos o cuerpos extraños. Bien es cierto que, en nuestra ciudad, y precisamente en las inmediaciones del bar en el que hemos tomado alguna que otra tapa, durante los siglos II a. C. y V d. C., nuestros antepasados ya disfrutaban de un pequeño bocado para acompañar sus bebidas: olivas, queso, pan o salazones hacían, sin saberlo, de tapas.
Hoy en día, la tapa española se ha convertido en patrimonio de la humanidad y es un hábito que gusta y se practica de forma habitual, que es, precisamente, lo que hicimos nosotros en Al Diablo Tapas, un local situado en la Plaza de San Francisco que, en los años de la Cartagena romana, estaba, más o menos, situado sobre el foro de la ciudad.
Con una gran variedad de tapas a elegir, mezclando las tapas de siempre con tapas de creación reciente, es un lugar ideal para poner en práctica el “ir de tapas”.
Nosotros empezamos por unas bicicletas, que son una variedad de la popular Marinera —tapa creada en esta ciudad y que rinde homenaje a los marineros de reemplazo—. El secreto de cualquiera de las variantes de la Marinera es, por supuesto, la ensaladilla. Una ensaladilla buena hace que la tapa mejore exponencialmente. La de aquí está bastante bien.
Uno de los platos que nunca debería faltar en un lugar de tapas que se encuentre dentro de la Comarca del Campo de Cartagena son los Michirones: un guiso típico que los fenicios —era diferente— introdujeron en nuestro litoral y que perdura —diferente— en nuestros días. Como vimos en la carta que había Michirones, no dudamos en pedirlos. Nos gustaron bastante e iban acompañados de su inseparable patata. Hay que recordar que la receta de Cartagena siempre lleva patata, y puede que sea lo que marque la diferencia con otras recetas que se alejan de nuestra comarca.
Las croquetas son una tapa muy recurrida y que gusta mucho. Quisimos probarlas a ver qué tal y, muy bien. Suaves y con sabor. También probamos media tabla de embutido, que no estaba mal. Embutido de chato murciano, que no tiene nada que envidiar a los embutidos de la chacinería de otras tierras más frías.
La carta cuenta con una serie de tostas: de solomillo a la pimienta, de carrillera y ralladura de chocolate, de queso brie con nueces y mermelada de higos y la que probamos nosotros, la de salmón con aguacate y tomate. Aunque ahora que estoy escribiendo este artículo, hubiera pedido la de carrillera con ralladura de chocolate. Bueno, la tosta que pedimos estaba muy buena, con una presentación esperada para este tipo de platos.
Aquí, en Al Diablo Tapas, también hay mini tortillas y las tienes de jamón y trufa, de morcilla y cebolla caramelizada, la española y la de chorizo y pimientos asados. Fue precisamente esta última la que probamos y, muy bien: el toque del chorizo asturiano con los pimientos asados combina a la perfección y hace la tortilla muy agradable.
Por supuesto que todo esto lo maridamos con vino y cerveza, pero siguiendo el refrán que reza lo siguiente: “del vino a la cerveza, dolor de cabeza; y de la cerveza al vino, vas por buen camino”.
Si alguna vez te apetece ir de tapas y te acuerdas de haber leído este artículo en ¿Dónde Comemos? Cartagena, ya sabes: prueba Al Diablo Tapas y deja tu opinión en nuestra web.
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