La Orquesta Sinfónica de Cartagena vuelve a alzar la batuta para inaugurar su segunda temporada, un ciclo que la ciudad recibe casi como un suspiro contenido, una manera de reconocerse a través de la música en algunos de sus espacios más emblemáticos. Será este sábado 13 de diciembre, a las 20:30 horas, cuando la iglesia de Santa María de Gracia se convierta en el primer escenario de Sinfonía del Deseo, una propuesta que recorrerá el municipio hasta el próximo 30 de abril y que contará con cinco conciertos construidos alrededor de una idea que late de principio a fin: el anhelo humano convertido en sonido.
El concejal delegado de Cultura, Ignacio Jáudenes, destaca esta temporada como una oportunidad para que cartageneros y visitantes redescubran una agrupación con dos décadas de trayectoria, capaz de plantear un viaje emocional a través del repertorio sinfónico y lírico. Subraya que el público vibrará con obras que exploran las muchas formas en que el deseo se filtra en la música: fe, luz, esperanza, voz y tierra. Es, asegura, una invitación a dejarse llevar por aquello que nos mueve por dentro.
En la misma línea se expresa el director de la formación, Leonardo Martínez Cayuelas, quien reivindica este ciclo como una puerta abierta a la comunidad. La intención, explica, es que tanto quienes aman la música sinfónica como quienes se acercan por primera vez encuentren en estos programas una experiencia diversa, cercana y atractiva. Cada concierto propone un universo distinto, una atmósfera propia desde la que Cartagena se afirma como escenario cultural de referencia.
El arranque de la temporada no podría ser más solemne: Haendel y su Messiah resonarán entre las bóvedas de Santa María de Gracia en un concierto navideño que la orquesta presenta como un “grito celestial de esperanza y gloria”, una evocación de salvación y trascendencia que marca el tono espiritual del ciclo. Desde ahí, el viaje continúa el 30 de enero en el Auditorio El Batel, donde la música de Falla, Lauret y Respighi trazará una geografía emocional entre jardines imaginados, la memoria musical de Cartagena y una Roma idealizada que brilla como una ciudad soñada.
La Cuaresma tendrá también su espacio sonoro el 20 de febrero, de nuevo en Santa María, con un programa dedicado al recogimiento y la belleza austera de la música sacra. Será un concierto que invita al silencio interior, a esa forma íntima de deseo que se asemeja a una búsqueda. Un mes después, el 20 de marzo, la temporada se abre a la voz humana en su forma más intensa: la mezzosoprano María José Montiel protagoniza en el Paraninfo de la UPCT una gala lírica centrada en el amor, la pasión y ese exceso emocional que solo la ópera y la zarzuela saben desplegar.
El ciclo culminará el 30 de abril, también en el Paraninfo, con la Octava Sinfonía de Dvořák, una obra luminosa que celebra la naturaleza y lo ancestral. Es un canto a la tierra y a la libertad interior, un adiós de temporada que suena a reconciliación con lo auténtico, a la nostalgia de lo que permanece.
Con estos cinco conciertos, la Orquesta Sinfónica de Cartagena no solo presenta una programación sólida y coherente: ofrece a la ciudad un espejo sonoro donde reconocerse, donde dejar que el deseo —en todas sus formas— encuentre su música. Una invitación a vivir la cultura no como un acto aislado, sino como un modo de estar juntos, escuchando.









