Crónicas de un pueblo. – SANTIAGO APÓSTOL: EL CAMINO COMENZÓ EN CARTAGENA
Cada 25 de julio, la Iglesia celebra con solemnidad y júbilo la festividad de Santiago el Mayor, uno de los apóstoles más queridos y venerados del cristianismo. Patrón de España, símbolo de resistencia, guía de peregrinos y figura espiritual de primer orden, su figura ha traspasado siglos y fronteras. Santiago es el alma del Camino, el horizonte que inspira a quienes andan buscando algo más que metas terrenales.
Pero hay una verdad silenciosa, olvidada por muchos y desconocida por otros, que late en la costa suroriental de España, entre olas, faros y muros romanos. Una historia que aún no ha sido escrita con la tinta que merece.
Porque, según la tradición más arraigada en Cartagena, Santiago llegó a Hispania por su puerto. Y allí, en la dársena de Santa Lucía, comenzó el primer capítulo del cristianismo en esta tierra.
Cuando el apóstol pisó la roca de Iberia
Tras la Resurrección de Cristo, los apóstoles fueron enviados por el mundo para anunciar el Evangelio. A Santiago, “el hijo del trueno”, le fue encomendada la tarea de llevar la palabra a las tierras del extremo occidental del Imperio: Hispania.
Zarpó desde Jaffa, en Palestina, acompañado por discípulos fieles —Anastasio, Teodoro, Cecilio— y tras semanas de travesía por el Mediterráneo, llegó a la bahía natural de Cartagena, uno de los puertos más antiguos y estratégicos del mundo antiguo. Era el lugar perfecto: abrigo, rutas comerciales, cultura, historia.
Desembarcó en Santa Lucía, una zona entonces abierta al mar, de aguas tranquilas, donde los pescadores y comerciantes llevaban siglos dando forma a la vida. Allí, según
la tradición, Santiago comenzó a predicar el mensaje de Cristo. No hay registros arqueológicos que lo confirmen, pero sí una cadena ininterrumpida de relatos, devociones y símbolos que mantienen viva esta llegada en el alma cartagenera.
Santa Lucía, guardiana del primer paso
En el barrio pesquero de Santa Lucía, aún resuena esa historia. Allí se levanta la iglesia de Santiago Apóstol, construida en el siglo XVIII sobre una antigua ermita. Es uno de los templos más entrañables de la ciudad, humilde, pero cargado de memoria.
Delante, una estatua de Santiago contempla el puerto. No es casual: su mirada busca el mar por donde vino, recordando a los que pasan que allí comenzó la semilla del cristianismo hispano.
Cada 25 de julio, la comunidad lo recuerda con emoción. Se organiza una procesión marítima, una de las más bellas de España. Una imagen del apóstol viaja en barco por el puerto de Cartagena, reviviendo simbólicamente su llegada. La costa se llena de fieles, cánticos, embarcaciones engalanadas y aroma a incienso y sal. Es fe vivida, sencilla y verdadera.
El Camino que podría empezar aquí
Durante siglos, el Camino de Santiago ha tenido múltiples rutas: desde Francia, Aragón, Portugal o Andalucía. Pero pocas veces se ha mirado hacia el sureste, hacia esa Cartagena que le dio la bienvenida por primera vez.
Y, sin embargo, ¿qué mejor punto de partida que el lugar donde el apóstol pisó tierra por primera vez?
Un Camino de Santiago desde Cartagena tendría un valor espiritual incomparable. Comenzaría en el mar, donde todo inició. Continuaría por Mazarrón, Lorca, Caravaca de la Cruz, o seguiría el litoral hacia Granada, uniendo el Mediterráneo con Galicia, lo romano con lo celta, lo primero con lo eterno.
Sería una ruta nueva, bella, profunda. Y sobre todo, una ruta verdadera, porque sigue las huellas no solo del peregrino, sino del predicador, del enviado, del apóstol.
¿Qué ganaría Cartagena y su comarca?
Mucho más que turismo. Cartagena recuperaría parte de su verdad más honda: la de ser puerto de fe.
- Llegarían miles de peregrinos cada año, deseosos de empezar su ruta espiritual donde comenzó todo.
- Santa Lucía se transformaría en un núcleo de acogida, con albergues, casas de retiro, centros de interpretación.
- Toda la comarca se vería beneficiada, desde la costa hasta el interior, conectando cultura, historia, gastronomía y espiritualidad.
- Se generaría empleo, riqueza y una nueva narrativa turística que complementaría la Cartagena romana, militar y modernista con la Cartagena cristiana.
Y no solo eso. Sería una forma de devolver a esta tierra lo que tantas veces le han negado: su lugar de honor en la historia de España y del cristianismo europeo.
¿Y por qué no se ha hecho realidad?
La Iglesia no ha impulsado esta tradición como merece, quizá por falta de documentos antiguos, quizá por temor a romper equilibrios con otros lugares más consolidados. Y las autoridades civiles tampoco han defendido esta posibilidad con la fuerza necesaria.
Pero los pueblos no necesitan permiso para creer en lo suyo. Cuando la fe y la verdad popular se dan la mano, solo hace falta valentía.
Cartagena: kilómetro cero del cristianismo hispano
Imagina que cada año, el 25 de julio, miles de personas iniciaran su camino hacia Compostela desde el puerto de Cartagena. Imagina que las campanas de Santa Lucía repicaran para dar el primer paso a quienes buscan redención, sentido, esperanza. Imagina que los pies que pisan las losas del casco antiguo también pisan la memoria de
Santiago. Imagina que Cartagena se convierte, por fin, en el principio del Camino.
Epílogo
Cartagena no necesita inventar nada. Solo necesita recordar y reivindicar.

Porque aquí llegó un pescador de hombres. Aquí empezó una historia que aún camina. Y si la fe mueve montañas… también puede mover caminos.
Santiago Apóstol vino por mar. Cartagena lo recibió. Y el mundo merece saberlo.