lunes, noviembre 24, 2025

La tercera jornada del FICC54 abraza los afectos, las ausencias y las heridas familiares en una programación que respira cine por todos sus costados

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La jornada del lunes en el Festival Internacional de Cine de Cartagena amanecerá con esa mezcla tan característica del FICC: la emoción de un día cargado de miradas, voces y relatos que no rehúyen la intimidad, que buscan en la familia —en sus grietas, en sus ternuras y en sus silencios— un material de profunda vibración humana. Así lo muestra la nota oficial del festival, que adelanta una programación donde cada pieza parece dialogar con la siguiente, tejiendo un mosaico donde conviven jóvenes espectadores, cineastas consagrados y nuevas miradas que emergen desde la Región de Murcia

La tarde en la Sala B de El Batel se abrirá con Violetas, de Borja Escribano, y Lo Sceneggiatore, del italiano Mark Petrasso. Dos obras breves que preparan el terreno para Nouvelle Vague, el largometraje de Richard Linklater que se adentra, con la minuciosidad que caracteriza al director, en la gestación del movimiento cinematográfico francés y en la alquimia que permitió a Godard transformar Al final de la escapada en un gesto fundacional. Linklater observa, recompone y rinde homenaje a esa revolución estética que tantas veces ha marcado la historia del cine.

Ya por la noche, el cine vuelve a las entrañas de lo íntimo. El corto Les imatges arribaren a temps, de Jaume Carrió, da paso a uno de los títulos más esperados de esta edición: Valor sentimental, la obra con la que Joachim Trier conquistó el Gran Premio del Jurado en Cannes 2025. Una película que desmenuza, con la precisión quirúrgica y el humanismo del cineasta noruego, la historia de Gustav, un director de prestigio que intenta rodar una película autobiográfica en la antigua casa familiar. El retorno al hogar —siempre cargado de evocaciones, sombras y deudas emocionales— se convierte aquí en una confrontación directa entre un padre ausente, sus hijas y el peso de lo no dicho. Trier hace resonar ecos del cine de Bergman en un drama que es, al tiempo, reflexión artística y retrato generacional.

Pero la gran virtud del FICC es su capacidad para expandirse más allá de la sala principal. La mañana abre el festival a los más pequeños con Cuento Animado, que inicia su ciclo con Dalia y el libro rojo, del argentino David Bisbano. Una historia concebida para introducir a los estudiantes de Primaria en el universo del cine desde la imaginación y el duelo: una niña que hereda el último libro inconcluso de su padre, un viaje fantástico que convierte la literatura en aventura emocional.

Casi en paralelo, Jóvenes AFICCionados reúne a estudiantes de ESO y Bachiller para revisitar uno de los clásicos del cine español: Los santos inocentes, la estremecedora obra de Mario Camus basada en Delibes. Una película que sigue sacudiendo al espectador con la misma fuerza con la que retrata la desigualdad, la dureza del campo y las heridas abiertas de un país que todavía buscaba su propia voz.

La tarde trae también la puesta de largo de Murcine, la sección que celebra el trabajo de los creadores de la Región de Murcia. Las obras Environmelisma, La otra orilla, Y que no te duela y Zapatos rotos configuran un retrato plural de las inquietudes, lenguajes y sensibilidades que laten en el audiovisual regional. La presencia de parte de sus directores y montadores convierte la sesión en un espacio de diálogo vivo entre público y creadores.

El día se completa con Europa.doc, un ciclo que este año busca relatar Europa desde la literatura. Arranca con Almudena, el documental de Azucena Rodríguez dedicado a Almudena Grandes. La cineasta estará presente para conversar sobre una obra que revisita la figura de la autora madrileña con respeto, lucidez y una emoción que sobrevuela cada fotograma.

Las entradas para El Batel y el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy pueden adquirirse tanto en la taquilla como a través de la web del FICC, con un precio de 4 euros por película y la opción de un abono de siete títulos por 21 euros, pensados para quienes desean sumergirse de lleno en la experiencia del festival.

La jornada del lunes se presenta, así, como un viaje a través de las edades, los formatos y los lenguajes del cine. Un día donde Cartagena vuelve a convertirse en ese espacio en el que las historias encuentran su público y en el que el festival reafirma, una vez más, su vocación de acompañar, descubrir y emocionar. Un lunes que no solo proyecta películas: proyecta, también, la vibración de una ciudad que respira cine en cada esquina.

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