El próximo sábado 14 de junio, la historia volverá a pasearse por la orilla del Mar Menor vestida de blanco, con sombrilla en mano y bañador a rayas. Llega la novena edición de los Baños Modernistas del Mar Menor, una recreación única en su género que tendrá lugar en las playas de San Pedro del Pinatar. El evento, organizado por la Asociación Cultural Modernista de Cartagena de Levante, cuenta con la colaboración de la concejalía de Cultura, el Museo Barón de Benifayó y la dirección histórica del cronista oficial de la villa, Marcos David Gracia Antolinos.
Más que una recreación, se trata de una ventana al pasado, de un homenaje riguroso y bello a una época que marcó profundamente el estilo de vida, el turismo y la identidad de la costa del sureste y la Comarca Natural del Campo de Cartagena.
Un viaje al origen: ¿cómo nacieron los baños de mar?
En la segunda mitad del siglo XIX, las ideas higienistas y los avances de la medicina promovieron el uso del agua marina como elemento terapéutico. El baño en el mar comenzó a verse no como un acto lúdico, sino como un tratamiento médico, recomendado por doctores para curar males nerviosos, reumáticos y respiratorios.
Las clases trabajadoras, ligadas a la pesca o al campo, ya conocían estas aguas por tradición. Pero fue la burguesía ascendente de Cartagena, Murcia y Alicante la que convirtió el baño en una nueva forma de ocio socialmente distinguida.
El Mar Menor: el balneario natural de la élite.
El Mar Menor se convirtió rápidamente en el lugar ideal para esa nueva costumbre. Su temperatura cálida, su escasa profundidad y su alto contenido salino lo hacían perfecto para baños prolongados, seguros y medicinales.
A finales del siglo XIX, los pueblos ribereños —como Los Alcázares, San Pedro del Pinatar, Santiago de la Ribera o Los Nietos— comenzaron a transformarse. Se construyeron villas modernistas, casetas de baño y balnearios de madera sobre pilotes, algunos de los cuales todavía hoy se recuerdan con nostalgia, como el Balneario Floridablanca o el Balneario de la Encarnación.
Allí, las familias acomodadas se reunían durante los meses de verano: señoras con sombrillas, caballeros con bastón, tertulias al atardecer, meriendas en la arena y paseos en barca. El baño era un ritual, y la playa, un salón social al aire libre.
El estilo, el decoro y los códigos del baño de época.
El atuendo era parte esencial de la experiencia. Los trajes de baño cubrían casi todo el cuerpo, especialmente en el caso de las mujeres, quienes usaban faldas largas, pololos y gorros de tela. Los hombres vestían bañadores enteros a rayas, con tirantes y escote cerrado. Todo tenía un aire de decoro elegante y distinción, propio del ideario modernista.
Era habitual que las casetas de baño se acercaran al agua montadas sobre ruedas, y que se utilizaran pasarelas de madera para facilitar la entrada al mar sin ensuciar los pies. A menudo se alquilaban por horas, y dentro se tomaban baños de agua caliente con algas, barro o sal, siempre con la mirada puesta en la salud y la estética.
Un evento único en el Levante español.
Los Baños Modernistas del Mar Menor no son simplemente una representación teatral: son un acto de recuperación cultural. En ninguna otra parte del Levante se celebra una recreación tan fiel y sentida de aquel veraneo burgués que marcó el nacimiento del turismo moderno.
La jornada ofrece un espectáculo vivo y abierto al público: familias vestidas de época, escenas de baño, juegos infantiles, música en directo, desfiles por la arena y momentos para la contemplación y la fotografía. El mar, como entonces, vuelve a ser un escenario de salud, de belleza y de encuentro.
Un dinamizador de historia, cultura, patrimonio y turismo.
Este evento representa uno de los mejores ejemplos de cómo se puede divulgar la historia sin museos cerrados, sin vitrinas, sin distancia. Aquí la historia se camina, se toca, se siente en la piel y se salpica con agua salada. Es una forma de vivir el pasado con los pies en la orilla.
Además, contribuye de manera real a la dinamización turística y cultural de la zona: atrae visitantes, promueve un modelo de turismo cultural y sostenible, y enriquece la identidad de San Pedro del Pinatar y del conjunto del Mar Menor.

La labor de la Asociación Cultural Modernista de Cartagena de Levante ha sido clave para recuperar este patrimonio intangible, al igual que la implicación del Museo del Barón de Benifayó y el rigor histórico aportado por el cronista Marcos David Gracia Antolinos.
Una cita con la memoria… y con el alma.