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Los inviernos en Cartagena suelen ser suaves; podemos decir que, prácticamente, no tenemos invierno. Esta particularidad de nuestro clima mediterráneo, nos permite disfrutar de una jornada en la playa durante todo el invierno.
El placer de pasear por la playa, escuchando las olas romper en la orilla, es comparable con el placer de una buena comida en un acogedor restaurante.
Es lo que hicimos nosotros en la playa de Cala Cortina. Un bonito paseo nos lleva, desde la ciudad de Cartagena, hasta esta playa urbana, donde encontramos el restaurante Mares Bravas.
El restaurante dispone de mesas en el paseo marítimo. Además, cuenta con una terraza y un comedor interior, todas las vistas tienen un factor común: el mar.
Nos sentamos en el comedor interior junto a una ventana. Teníamos reservado un arroz con bogavante y, mientras tomábamos una cerveza decidiendo qué entrantes tomar, observábamos los grandes barcos fondeados al abrigo del imponente Cabo Tiñoso.
Para compartir, pedimos unos berberechos y unos mejillones al vapor. Ambos bivalvos estaban en su punto de cocción y sal. Sabrosos. Unos buenos y ligeros entrantes como preparación al arroz.
Cuando llegó el arroz, pasamos al vino, un vino blanco Blanc Pescador. El arroz, presentado en su paella tenía un aspecto estupendo, jugoso, vivo.
Ya emplatado ganó en presencia. El sabor muy agradable y el bogavante exquisito. Arroz meloso acompañado de almejas y calamar. En Cartagena hay muchos restaurantes donde poder comer un buen arroz con bogavante; la tradición marinera de la ciudad, obliga a tener restaurantes enfocados al mar. Pero Mares Bravas tiene un encanto especial, un restaurante situado en una pequeña cala con aguas cristalinas de color turquesa. Sin lugar a dudas, de obligada parada para quien visite la ciudad.

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