Hay lugares donde el tiempo parece estar detenido. Lugares que el paso de los años no ha afectado, de manera significativa, su estado y se mantienen prácticamente como el primer día. Uno de esos lugares es la Casa del Pueblo del Llano del Beal, un pequeño pueblo perteneciente a la diputación cartagenera del Beal.
A principios del pasado siglo XX, en España, empezaron a aparecer diversas sociedades obreras que fueron la base de los actuales sindicatos que todos conocemos hoy en día. En aquellos años, la sierra minera de Cartagena y La Unión contaba con una importante plantilla de trabajadores de las minas y fue en El Llano del Beal donde se constituyó la Sociedad Nueva España, un sindicato minero que velaba por el bien de los trabajadores de aquellas minas que llevaban explotándose desde los tiempos de Mastia, hace ya miles de años.
Aquella sociedad acabaría siendo absorbida por la UGT con el paso de los años. No pasó mucho tiempo desde la creación de la Sociedad Nueva España cuando en El Llano de Beal la Federación de Sociedades Obreras de la provincia de Murcia estableciera su sede en la localidad. Y fue aquí, en 1913, cuando decidieron construir La Casa del Pueblo.
Un 3 de noviembre de ese año se presenta en el Ayuntamiento de Cartagena un proyecto para construir la sede social y escuelas que utilizaría la Sociedad Nueva España, sin embargo, día después, un segundo proyecto, esta vez con una fachada más vistosa, se presenta, también, al Ayuntamiento. El caso es que, no sabemos el porqué del diseño de la actual Casa del Pueblo, pero parece ser una mezcla de ambos proyectos.
El edificio fue inaugurado en 1916 como Casa del Pueblo del PSOE cuyas obras fueron dirigidas por el albañil José Lizón vecino del Llano del Beal, pero asesorado por Víctor Beltrí, lo que le da un valor histórico considerable al edificio. Puede notarse, por ejemplo, en los suelos, los consejos de Beltrí y que, por suerte, todavía conserva el edificio.
Durante el marco de la Guerra Civil Española La Casa del Pueblo fue un importante enclave, congregando a militares y milicianos en defensa de sus ideales. Cuando terminó la guerra, el local fue sede de Falange, haciendo alguna reforma en el interior del local.
Ya en el presente de nuestros días y aunque el edificio ha logrado conservar la esencia de aquellos años pretéritos, hemos podido visitar y conocer el local de la mano de José Miguel De Lario Roca.
Hará poco más de tres meses desde que cogió las riendas del bar unos nuevos gestores. Ellos, junto con su equipo, han querido mantener la esencia de la gastronomía de antaño donde predomina la tapa de siempre: Michirones, callos, caracoles, pulpo a la cartagenera, pulpo al horno, etc.
El bar cuenta con un gran salón interior donde el suelo llama la atención y las ventanas y puertas le dan al interior un ambiente acogedor donde poder disfrutar de la gastronomía del Campo de Cartagena de una manera única.
El salón comunica con la barra que está separada por una pared. La zona de la barra no es muy grande pero igual de acogedora que el resto del local, en ella encontramos algunas de las tapas disponibles en la carta. Aquí es donde podemos comprobar que las tapas, efectivamente, son las de toda la vida, sin grandes florituras. Tapas de bar donde se busca el sabor y acompañados de vino y cerveza. No hay más secreto.
Desde el bar se accede a una gran terraza ideal para esos días en que, casi siempre, el tiempo acompaña. La terraza cuenta con una zona de brasa hecha con leña que deja un aroma sencillamente maravilloso, sobre todo cuando la temperatura ambiente obliga a llevar abrigo.
Todavía no hemos tenido la oportunidad de comer aquí, aunque ya lo hemos apuntado en nuestra agenda, pero sí hemos podido echar un vistazo a su carta. Además de una variedad significativa de tapas y platos de cazuela, cuentan con una cocinera con una dilatada experiencia en este tipo de platos: Callos, michirones, caracoles; también cuenta con platos principales de carne como secreto, solomillo a la brasa, chuletas de cordero, parrilladas de carnes, etc. La cercanía al mar tiene que notarse también y por ello también cuentan con platos como frituras de pescado y salmón, etc.
Los fines de semana suelen tener arroces preparados que aumentan la oferta gastronómica de este antiguo local. Junto al salón principal hay una puerta que comunica con una gran sala presidida por un bonito escenario. Prácticamente todas las celebraciones que se hacen en El Llano del Beal acaban celebrándose aquí, desde actos del cole hasta comuniones. Los sábados por la noche suelen celebrarse cenas con baile y algunos días, bingo.
Desde el salón de celebraciones podemos acceder a una antigua biblioteca, una estancia ideal para orquestar comidas íntimas con pocos comensales perfecta para comidas de negocios.
Habíamos oído hablar de la Casa del Pueblo del Llano del Beal pero no la conocíamos y nos ha encantado, es uno de esos lugares que siempre estamos buscando, un local con encanto cuya gastronomía es la nuestra de siempre. Una gastronomía de una tierra bendecida por su campo y su mar. Un bar donde lo tradicional perdura a pesar del paso del tiempo y las tendencias. Lo hemos apuntado y, pronto, comeremos en La Casa del Pueblo.
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Gran articulo, como siempre. Habrá que visitarla.
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