El deber
Había una vez un cónsul alemán que estaba destinado en la ciudad española de Cartagena durante la Segunda Guerra Mundial. Este hombre, como muchos otros en ese momento, creía que la guerra era la mejor forma de defender a su país y su ideología. Sin embargo, su esposa tenía una opinión diferente y no estaba de acuerdo en enviar a su hijo a luchar en la guerra.
El cónsul alemán y su esposa discutieron durante días, pero finalmente el padre convenció a su hijo para que se uniera al ejército alemán. La madre, por su parte, se resistió hasta el final, pero al final no pudo hacer nada para evitar que su hijo fuera a la guerra.
El joven partió a la guerra, pero nunca regresó. Fue asesinado en el campo de batalla, lo que dejó a su madre devastada y enfurecida con su esposo. A partir de ese momento, la madre entró en una gran depresión y siempre estaba mirando por la ventana del puerto, esperando el regreso de su hijo.
A medida que pasaron los años, la madre nunca dejó de buscar a su hijo, incluso cuando era evidente que nunca regresaría. A pesar de que su esposo intentó consolarla, ella nunca lo perdonó por haber enviado a su hijo a la guerra.
Hoy en día, muchas personas dicen haber visto a una mujer asomada por la ventana del puerto de Cartagena, mirando hacia el horizonte con la esperanza de ver a su hijo regresar. La mujer siempre está vestida con ropa de la época de la guerra y parece estar en un estado de trance, como si estuviera esperando a su hijo para siempre.
La historia de la madre que nunca pudo superar la pérdida de su hijo es una triste y conmovedora historia que demuestra el dolor y el sufrimiento que la guerra puede causar en las familias. Es un recordatorio de que, aunque la guerra puede parecer la mejor opción para algunos, a menudo tiene consecuencias terribles que duran generaciones.
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