domingo, noviembre 23, 2025

El latido del Campo de Cartagena toma el Parque de la Rambla

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La mañana comenzó con el sonido inconfundible de la Cuadrilla de La Aljorra, que fue la encargada de poner alma y ritmo a la apertura de la I Feria de Tradiciones y Campo de Cartagena, una cita que este sábado 22 de noviembre convirtió el Parque de la Rambla en un escaparate vivo de las raíces del municipio. Allí se reunieron asociaciones vecinales, colectivos culturales y gastronómicos y, en esta primera edición, también representantes de Torre Pacheco, todos unidos bajo una idea que sobrevolaba cada rincón: la Comarca del Campo de Cartagena es indivisible, un territorio que existe desde cuando el tiempo era leyenda, y cuya identidad sigue latiendo con fuerza en cada tradición compartida.

A la inauguración acudió la alcaldesa, Noelia Arroyo, acompañada por la edil de Comercio, Belén Romero —impulsora de la feria—, y el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca, Tomás Sánchez Ojaos. En su intervención, Arroyo agradeció el compromiso de los participantes y recordó que son ellos, con su trabajo diario, quienes sostienen la memoria colectiva del municipio. Subrayó además la responsabilidad de los gobiernos locales en mantener vivas las tradiciones: “ningún alcalde y ningún municipio puede permitir que se pierda nuestra identidad, y de esa idea surgen este tipo de iniciativas que esperemos se mantengan a lo largo de los años”.

La feria nació precisamente para eso, para poner en valor la cultura popular y reforzar la cohesión de un territorio cuyas raíces se hunden en siglos de historia compartida. Durante toda la jornada, los visitantes recorrieron un itinerario gastronómico que evocó sabores de siempre, con rollitos de San Antón, vino del Campo de Cartagena, michirones o pelotas de Pozo Estrecho, entre otros platos. A ello se sumó una cocina solidaria gracias a la colaboración de Eurotoques y del chef Pablo Martínez, del restaurante Eszencia, que aportó su experiencia para transformar la tradición en gesto comunitario.

La música tampoco faltó. Las Cuadrillas marcaron el ritmo de una fiesta que también tuvo espacio para los trovos improvisados, las demostraciones de esparto y bolillo, y talleres artesanales que acercaron al público los oficios que han acompañado a la comarca desde tiempos remotos. Fue, en definitiva, una jornada luminosa que recordó que las tradiciones no se conservan solas: necesitan manos, voces y espacios como este para seguir latiendo en una comarca que, desde que el tiempo era leyenda, nunca ha dejado de ser una sola.

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