I. Mirar el mapa del viento
Hay lugares que no se fundan con piedra ni decreto, sino con instinto humano. Barrio Peral nació así: como una elección natural.
Una colina suave al norte de Cartagena, abierta a la brisa, elevada lo justo para huir de la humedad del Almarjal, que durante siglos nubló la ciudad amurallada. Aquí el aire respira, se mueve, renueva, alivia. Aquí la vista no se encierra: se abre.
DÉCIMA I
En la colina del viento
nació primero el hogar,
molino para moler
y cielo para el sustento.
No hubo mayor fundamento
que el aire limpio y la altura;
pero en su suave llanura
Cartagena halló un respiro,
como un milagro que admiro
por su honda y vieja hermosura.
II. Los Molinos: el primer latido.
Antes de ser Barrio Peral, este lugar se llamó: Los Molinos, Los Molinos de la Garita, Los Molinos de la Ribera. Allí se alzaban cuatro molinos harineros movidos por el viento franco de las alturas. Entre trigo y piedra nacieron las primeras casas. Era un espacio de humildad y trabajo, sostenido por la Vereda de San Félix, camino antiguo entre ciudad y campo. Así se formó el primer caserío del aire.
QUINTILLA I
Molino, piedra y sudor,
trigo claro y mano firme;
en la colina se afirma
la raíz de un viejo amor
entre el hombre y lo que vive.
III. 21 de diciembre de 1889: el nombre que se hace pueblo.
El 21 de diciembre de 1889 el Ayuntamiento de Cartagena concedió oficialmente el nombre de Barrio de Peral al caserío de Los Molinos. No se recoge en acta que fuese homenaje directo al marino Isaac Peral, pero la admiración popular era profunda y sincera. El pueblo ya había unido el nombre a la colina antes de que lo hiciera el papel.
DÉCIMA II
Cambió el nombre en escritura,
pero no cambió el sentido;
Peral quedó en el latido
como memoria segura.
No fue estatua ni abertura,
fue cariño de ciudad,
fue honra, fue voluntad,
fue decir con voz templada:
“Este barrio no es nada,
sin su propia identidad.”
IV. La Finca Beriso y Nicolás Berizo Arroyo.
A finales del siglo XIX, un nombre marcó el paisaje:Nicolás Berizo Arroyo, propietario de la Finca Beriso, que ocupaba buena parte del alto.
De él perduran: El topónimo Finca Beriso, aún vivo en callejero y planeamiento. La memoria de una capilla familiar. La imagen de la Virgen de la Caridad vinculada a la finca, procesionada por primera vez en 1906. Un modo de entender el territorio como hogar y cultivo. Tras su fallecimiento, sus herederos parcelaron la finca. De ese proceso nació con el tiempo la Barriada José María de Lapuerta, hoy barrio autónomo, pero hija directa de esta tierra.
QUINTILLA II
De Berizo quedó la tierra,
la capilla y la memoria;
su nombre vive en la historia
que el viento jamás encierra
cuando sopla en la loma a gloria.
V. Villas modernistas: salud, luz y espacio (1890–1925).
Mientras Cartagena permanecía encerrada entre murallas y cercada por humedales y vapores, las familias acomodadas buscaron aire sano. Y lo encontraron en Barrio Peral. Aquí levantaron villas modernistas y eclécticas, con: Jardín y pozo propio, porches y galerías orientadas al viento, miradores hacia la ciudad. pinos y palmeras como sombra amiga. No era ostentación. Era salud y serenidad. Fue el primer ensanche residencial saludable de Cartagena. Una revolución silenciosa.
DÉCIMA III
La villa nació en la altura
con palmera y galería,
era salud, poesía
y descanso en la estructura.
No hubo ciencia que la augura,
pero el barrio lo sabía:
el aire traía alegría
y una cura natural,
que hizo del Barrio Peral
la casa de la armonía.
VI. El barrio por dentro: nombres que hablan
Dentro del barrio viven topónimos que cuentan historia:
Los Molinos / Cuatro Molinos (la raíz)
Las Colonias
La Puyola
Finca Beriso (en su trazado moderno)
Relacionados pero distintos:
Barriada José María de Lapuerta: nacida de la finca original, hoy independencia administrativa.
Vereda de San Félix: otra diputación, pero límite histórico y emocional del barrio.
VII. La Iglesia en lo alto: el gesto de Beltrí.
La Iglesia de Barrio Peral, proyectada por Víctor Beltrí, se alza en uno de los puntos más elevados. No domina: acompaña. No impone: reúne. Da centro espiritual y visual al barrio.
QUINTILLA III
En la loma se levanta
como faro de la fe;
guarda pasos del que ve
y el alma nunca quebranta
cuando el barrio mira en él.
VIII. APÉNDICE I: El apeadero del tren y el tranvía.
El apeadero ferroviario conectó el barrio con la ciudad: pequeño, humilde, indispensable.
Más tarde, el tranvía unió ambos mundos: Cartagena bajaba a trabajar, Peral subía a respirar.
QUINTILLA IV
Cruzaba lento la vía
como un latido sereno,
el tranvía fue el terreno
donde el barrio aprendía
a unirse sin perder su seno.
IX. APÉNDICE II: El paso a nivel y la herida que enseñó.
El paso a nivel, en plena vida diaria, trajo también dolor. Hubo accidentes, algunos mortales. La comunidad alzó la voz. Y tras años, se logró la eliminación del cruce y la adopción de pasos seguros. Un barrio que sabe respirar, sabe también defender la vida.
QUINTILLA V
La vía quedó apartada,
el peligro quedó atrás;
fue la lucha vecinal
la que ganó la jornada
por la vida y por la paz.
X. Identidad.
Barrio Peral es: Aire alto, memoria antigua, vecindad viva, Calma habitada…
DÉCIMA FINAL
Peral es brisa y razón,
es la villa y es la rueda,
es la historia que se queda
viva en cada corazón.
Es loma y contemplación,
es luz serena y verdad,
es casa, es comunidad,
y es amor que vuelve al centro:
que quien vive aquí por dentro
lleva Peral por heredad.









