I. Donde el viento levantó un pueblo
Hay lugares que nacen bajo el amparo de una torre, otros bajo un campanario. Pero Molinos Marfagones nació de algo más antiguo y esencial: Nació del viento. El viento que empujaba las aspas de los molinos harineros, el que secaba el esparto, el que traía hasta aquí el rumor del mar de Cartagena, el que movía las canciones que aún hoy se escuchan en las fiestas del pueblo.
El pueblo fue antes campo, luego hacienda, más tarde caserío, y finalmente comunidad, tradición y nombre propio.
II. Juan Bautista Balfagón: el hombre que dio nombre al viento.
A mediados del siglo XVII, el maestro Juan Bautista Balfagón, carpintero de astilleros, arquitecto práctico, hombre de ingenios y maderas marineras, llegó a Cartagena, ciudad militar, naval y estratégica.
Balfagón entendía el arte del giro: cómo la madera conversa con el viento, cómo un eje inclinado puede transformar aire en fuerza. La compra de la hacienda
En 1664, adquirió tierras en el Pago de Las Tortugas, un llano abierto, luminoso y sin montes, ideal para molinos de viento. Allí levantó sus molinos. La gente empezó a decir: “Vamos a los molinos de Balfagón.” La lengua rural, que lima y simplifica, transformó con los años: Balfagón → Balfagones → Marfagones. Así nació el nombre que hoy nos representa.
Décima “El Hombre y el Viento”
Del viento sacó la harina,
y al campo, pan y razón.
El llano fue su canción
y la torre, su colina.
Donde la soledad camina
se alzó su ingenio preciso.
No dejó templo ni piso,
pero dejó identidad:
Molinos: nombre y verdad.
Balfagón: origen y aviso.
III. La vida en torno al molino.
El molino harinero no era solo una máquina: era el centro social y económico. Allí se esperaba turno, se compartían noticias, se pedía consejo, se arreglaban conflictos. El molinero no cobraba dinero, cobraba maquila: parte de la harina producida. Era una economía justa, circular, humana.
IV. Los cuatro molinos que sostuvieron la vida.
Tipo Función Importancia social Molino Harinero de vela latina Convertía cereal en pan Base de la alimentación y el comercio Molino de Picar Esparto Suavizaba y rompía fibra Industria doméstica, trabajo familiar y femenino
Almazara (molino de aceituna) Producía aceite Sustento y luz para el hogar
Norias y molinos de sangre Elevaban agua. Sin agua, no habría pueblo
Los molinos harineros eran gigantes de 10 palos, velas triangulares y torre cónica, joyas de la ingeniería popular cartagenera.
Los molinos de esparto hicieron del esparto una industria comarcal clave entre 1850 y 1920.
Las almazaras pequeñas daban aceite para el año entero.
Las norias mantenían las huertas y el ganado.
V. Camino, arrieros y economía.
El pueblo se asentó junto a la carretera de Cartagena a Mazarrón, ruta de: Harinas hacia la ciudad, pleita hacia el puerto, aceites hacia ventas y casonas. Mulas que iban y venían como relojes de tierra. Eso dio a Molinos Marfagones un carácter abierto, nunca aislado, siempre en relación.
VI. La música como herencia: la Agrupación Musical Ntra. Sra. de la Soledad.
Ningún pueblo está completo sin una voz colectiva. La de Molinos Marfagones no es una campana, ni un reloj, ni un pregón. Es una banda.
Orígenes humildes (años 60–80). Un grupo de vecinos sintió que las procesiones de la Virgen de la Soledad no debían depender de músicos de fuera. La devoción pedía voz propia. Empezaron con: Cornetas y tambores, ensayos en patios y cocheras, instrumentos comprados con rifas y ahorros.No sabían aún solfeo, pero sabían ritmo y corazón.
Consolidación. Con el tiempo llegaron: Formaciones completas de viento y percusión. Escuela musical para niños y jóvenes. Conciertos, marchas propias, repertorio estable. La banda se convirtió en: Escuela, hermandad, memoria viva, identidad. La Soledad no camina sola: su pueblo la acompaña.
Quintilla “La Banda y la Virgen”
Cuando la tarde se inclina
en Viernes Santo callado,
suena un metal al costado,
que al corazón ilumina.
La Soledad camina.
VII. Conclusión
Molinos Marfagones es: Viento que dio pan. Mano que domó esparto. Agua que sostuvo la vida. Camino que conectó comarcas. Música que dio alma a la comunidad. Y todo comenzó con un hombre, una finca, y el viento.










