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José María Zavala: «Los santos no son personas del pasado, sino que los podemos encontrar entre nosotros cada día»

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PorJR Comunicaciones

21 de agosto de 2025
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El conocido periodista, escritor y director de cine José María Zavala presentó en San Pedro del Pinatar su libro ‘Madre Esperanza: los milagros desconocidos del alma gemela del Padre Pío’.

El acto comenzó con unas palabras de bienvenida de Carmen María López Rodríguez, concejal de Cultura. Posteriormente Pascual Egea presentó al escritor destacando que es un gran divulgador de la vida de santos y beatos, siendo especialmente conocido su libro sobre el padre Pío.

José María Zavala comenzó su exposición informando que descubrió a la Madre Esperanza cuando el sacerdote Juan García Inza le dio un tríptico en Murcia sobre ella hace aproximadamente una década. «Yo la desconocía a pesar de que había nacido en España (concretamente en la pedanía de El Siscar, situada en Santomera). Me produjo gran sorpresa lo que leí, por lo que decidí investigar sobre esta monja. Creo que ese encuentro fue algo providencial».

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La Madre Esperanza nació en el año 1893 en una familia humilde y nunca fue a la escuela. «Sin embargo, tenía unos conocimientos teológicos muy profundos obtenidos, a buen seguro, gracias al Espíritu Santo». Fundó las Congregaciones ‘Esclavas del Amor Misericordioso’ e ‘Hijos del Amor Misericordioso’ y, al comienzo de la Guerra Civil, se trasladó a vivir a Italia. En los años 50 logró construir en Collevalenza (provincia de Perugia) el ‘Santuario del Amor Misericordioso’, al cual acuden miles de peregrinos al año.

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El conocido escritor destacó que la beata poseía multitud de dones. «Uno de ellos fue el de la profecía, dado que vaticinó en su diario el estallido de la Guerra Civil». También el de la bilocación; esto es, la posibilidad de estar en dos sitios al mismo tiempo. «De hecho, se estuvo viendo durante un año entero con el Padre Pío en la sede del Dicasterio de la Doctrina de la Fe situada en el Vaticano».

Otro de sus dones fue el de la multiplicación de alimentos. «Durante la Segunda Guerra Mundial la monja metía un poco de pasta en una olla y, con ese minúsculo trozo de alimento, daba de comer a más de 3.000 personas cada día».

También el de la lectura de conciencias. «Cuando estuvo en vida iban a verla decenas de miles de personas al santuario de Colevalenza y, con solo mirarlas a los ojos, ya sabía lo que pensaban. Es algo que hizo con la viuda de Kennedy cuando fue a verla en 1967 durante su período de duelo por el asesinato de su marido».

Pero la Madre Esperanza es especialmente conocida por los estigmas del Señor que le aparecían en las manos de modo inexplicable y por los cuales llevaba mitones, al igual que el Padre Pío. Son numerosos los místicos de la historia que han tenido los estigmas como San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, Santa Rita de Casia, Santa Margarita María Alacoque o el Padre Pío. Sin embargo, se les aparecían en las palmas de sus manos, cuando a Cristo le fueron ‘taladrados ’ los clavos en sus muñecas.

«Esto lo han utilizado muchos para restarles credibilidad a los estigmas, pero tiene una explicación muy sencilla: dichos místicos estuvieron llamados a mostrar lo que sufrió Jesús durante su Pasión pero diferenciándose de él, dado que dichos santos y beatos no eran Cristo sino personas llamadas a mostrar el sufrimiento que Él padeció», explicó Zavala.

A pesar de la obra que se le había encomendado, ella nunca quiso ponerse en el centro como protagonista, sino que se consideró siempre la última. «Decía que era un mero instrumento en manos de Dios. Gracias a esta docilidad, el Señor pudo obrar maravillas a través de ella».

Zavala concluyó su exposición afirmando que «la Madre Esperanza fue un ‘meteorito’ del medievo caído en pleno siglo XX. Asimismo, es una gran intercesora dado que, a pesar de fallecer hace ya 42 años, todas las semanas llegan decenas de cartas al Vaticano atestiguando los numerosos milagros que Dios continúa realizando actualmente gracias a su intercesión. Los santos no son personas del pasado, sino que los podemos encontrar entre nosotros cada día».

Al finalizar, se mostró una reliquia «ex sanguinis» de la Madre Esperanza. Esto es, una pequeña parte del todo el líquido sanguíneo que las hermanas de su congregación guardaron cuando la beata sangró abundantemente en la tarde del 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro en el momento en el que el papa San Juan Pablo II sufrió el atentado.

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Las monjas de su congregación guardaron parte de esa sangre y la entregaron al postulador que presentó la documentación con la que fue declarada beata por el Papa Francisco en el año 2014. Esta es una reliquia de gran valor, pues goza del primer grado ya que es una parte del cuerpo de la beata.

El acto se celebró en la entrada del Museo Barón de Benifayó – dado que el aforo del salón de actos se llenó – y contó con la presencia de más de 120 personas. El autor estuvo acompañado de su mujer, la también escritora Paloma Fernández Gasset. Entre los asistentes se encontraron Valentín Henarejos, primer teniente alcalde y concejal de Salud; y Joaquín Ros, sobrino de la madre Esperanza, entre otros; que aprovecharon para intercambiar impresiones con el autor y a que les firmara algunos de sus libros.

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