En las entrañas del Mar Menor, un corazón latía al ritmo del bullicio familiar y el chasquido de las tazas de café; era el Bar Deportivo, más que un establecimiento, un segundo hogar para muchos. Hoy, con los ojos empañados por la melancolía, la comunidad se prepara para decir adiós a un lugar que fue el escenario de incontables historias y encuentros.
La Asociación Mar Menor Sur, en voz de sus vecinos y con la fuerza de un colectivo que se niega a dejar pasar silenciosamente la pérdida de su histórico punto de reunión, convoca a la solidaridad en una reunión que promete ser un cálido homenaje a la tradición y a la resistencia de la memoria colectiva.
El Bar Deportivo, regentado con amor y dedicación por tres generaciones de la familia Pellicer, ha sido un faro de encuentros y vivencias. “Atrás dejaremos nostalgia en lo que fue mi casa, mi segundo hogar y mi infancia”, comparte con emoción el representante de la familia Pellicer, cuyas palabras resuenan con la sinceridad de quien ha crecido entre las paredes que ahora, desoladamente, se preparan para el silencio.
No es solo un negocio lo que se cierra, sino un capítulo vital de un pueblo. Las noches de fines de semana, antaño vibrantes con la risa de familias y amigos, ahora se tornan en recuerdos agridulces. El dueño rememora la “época dorada del bar”, posible gracias a la “paciente colaboración de mi madre, sin mi abuela y sin la señora Victoria entre otros”. En su voz se siente el peso del agradecimiento y el dolor de un adiós inminente.
El establecimiento, más que ladrillos y mortero, ha sido un lienzo donde cada persona ha pintado un fragmento de su vida. La despedida es un eco que resuena en el corazón de cada cliente, cada amigo que cruzó su puerta. “Sé que muchos de vosotros también se os va un pedacito de vuestra vida con el cierre del célebre establecimiento”, admite el dueño, reconociendo el sentimiento de pérdida compartido.
En este último café de mañana domingo, donde las tazas se alzarán quizás con un temblor emocional, la comunidad se unirá para dar gracias por los años de servicio, por los momentos compartidos, por cada sonrisa y cada gesto de camaradería que convirtieron al Bar Deportivo en una leyenda local.
Aunque el final se aproxima, el legado del Bar Deportivo perdurará en la historia del pueblo y en las memorias de aquellos cuyas vidas se entrelazaron en este mágico encuentro de almas. “Todo tiene un principio y un fin”, señala la familia Pellicer, dejando un mensaje de esperanza y gratitud eterna: “De todo corazón, muchas gracias por todo y mis mejores deseos siempre”.
El Bar Deportivo se despide, pero su esencia permanecerá imborrable en la trama de la comunidad, recordándonos que, aunque los lugares pueden desaparecer, los recuerdos y los lazos que forjan seguirán vivos en cada uno de nosotros.
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Un icono del pueblo y para el pueblo
Punto de encuentro habitual de las familias durante décadas. Un entorno familiar y cálido por el trato de la familia que lo regenta.
Un icono del pueblo y para el pueblo. Varias generaciones hemos coincidido. El único bar "con solera" dee pueblo
Un punto de encuentro durante décadas y de varias generaciones en un entorno familiar propiciado por la familia que lo regenta. Una pena que se mueva de su sitio o que desaparezca.
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