✝️ Carta abierta de la Asociación Origen
Ante el posible nombramiento de Mons. Alfonso Carrasco Rouco como nuevo Obispo de la Diócesis de Cartagena
Desde la Asociación Origen, recibimos con esperanza y respeto la noticia publicada en diversos medios, sobre la posible designación de Monseñor Alfonso Carrasco Rouco, actual obispo de Lugo, como próximo pastor de la antiquísima Diócesis de Cartagena.
Ante esta posibilidad, queremos trasladarle públicamente nuestras oraciones y nuestros mejores deseos de éxito pastoral en esta nueva misión, si finalmente así lo decide la Santa Sede. Pero también deseamos hacerlo desde la verdad histórica y la caridad firme que nos mueve a seguir defendiendo las legítimas reivindicaciones que la ciudad y diócesis de Cartagena lleva siglos esperando ver escuchadas.
Como custodios del alma histórica de esta tierra, nos sentimos llamados a rogar humildemente a Su Excelencia que escuche la voz de un pueblo que, durante más de setecientos años, ha permanecido fiel a su fe, a su historia y a la dignidad que le corresponde como sede original de la Diócesis.
No podemos olvidar —ni queremos que se olvide— que la sede episcopal fue trasladada de forma ilegítima en 1290 por decisión del infante Don Sancho, contra la voluntad de su padre, el rey Alfonso X, y sin la autorización de Roma, como se acredita en la carta papal del Papa Nicolás IV recientemente descubierta por el Dr. Iván Negueruela. Un documento que califica aquel acto como “materia de escándalo” y que, durante siglos, fue deliberadamente silenciado por medio de una bula falsificada —la supuesta Bula de Rieti— inventada para justificar lo injustificable. Hoy, gracias a la obra Materia Scandali, la verdad ha salido a la luz. Y con ella, la necesidad imperiosa de reparación.
Por ello, solicitamos al nuevo obispo que, como signo de justicia y reconciliación, restituya a Cartagena su dignidad como sede episcopal, no por orgullo ni revancha, sino por verdad evangélica y fidelidad a la Iglesia universal.
También pedimos con fe y respeto la restauración integral de la Santa Iglesia Catedral de Cartagena, herida desde la Guerra Civil y aún sin voz ni culto. Es la única catedral de España que permanece en ruinas desde hace 86 años. Su reconstrucción no puede seguir siendo una promesa postergada ni una operación meramente estética desvinculada del sentido litúrgico y espiritual que la define como templo vivo del Pueblo de Dios.
Cartagena no necesita una sala de exposiciones, sino una Catedral abierta, consagrada y celebrante.
Del mismo modo, urgimos a que se aceleren las obras de rehabilitación de la Real Basílica de Nuestra Señora de la Caridad, templo mariano de especial devoción para todos los cartageneros, cuya restauración se ha dilatado más allá de lo razonable.
Por todo ello, y con humildad, pero con firmeza, deseamos también trasladar a Su Excelencia una reflexión que forma parte del sentir profundo de esta ciudad: tanto la reconstrucción de la Catedral como la nueva intervención realizada por el arquitecto Víctor Beltrí a comienzos del siglo XX fueron sufragadas en su totalidad por el Consejo de Cartagena y por generosas cuestaciones populares. El Obispado, entonces como ahora, no participó ni económica ni institucionalmente en dichas obras. De igual modo, tampoco ha contribuido hasta hoy a la restauración pendiente del templo de la Caridad, que acoge a nuestra patrona.
Entendemos que el argumento de que dicho templo pertenece al Santo y Real Hospital de la Caridad puede tener una base jurídica, pero ello no exime a la Diócesis del compromiso moral, pastoral y afectivo con una ciudad a la que debe también su nombre. Por el contrario, nos causa asombro y tristeza que sí se hayan impulsado diversas restauraciones en la Santa Iglesia de Santa María —en Murcia, mal llamada “Catedral de Murcia”—, con aportaciones del propio Obispado y activas gestiones de financiación, mientras que a Cartagena ni siquiera llegan los despojos. No es de recibo, Monseñor.
Ante esta comparativa dolorosa, solo cabe preguntarse: ¿por qué Cartagena no? ¿Por qué este silencio histórico? ¿Por qué esta distancia persistente? No buscamos enfrentamiento, sino equidad, comprensión y reparación. Y es precisamente eso lo que pedimos al nuevo obispo: que no herede esta indiferencia secular, sino que abra una nueva etapa de cercanía, cooperación y justicia con esta ciudad.
Del anterior prelado, Mons. Lorca Planes, únicamente deseamos que encuentre tanta paz como ha dejado con su gestión. Lo pasado, pasado está; pero el porvenir puede —y debe— escribirse con otra letra, con otro espíritu y con otra voluntad.
Desde Origen, rezamos por usted, Monseñor Carrasco Rouco, y por la misión que el Señor pueda confiarle. Que el Espíritu Santo lo ilumine en esta etapa que podría comenzar en una tierra con profundas raíces cristianas y un anhelo justo de ser reconocida.
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