La 44ª edición del Cartagena Jazz Festival bajó el telón este domingo 16 de noviembre con una despedida que dejó huella. El auditorio El Batel respiró jazz en su forma más pura y, al mismo tiempo, más renovada gracias a Cécile McLorin Salvant, una artista capaz de transformar cada nota en un pequeño universo emocional. Su voz, fascinante e indómita, recorrió el auditorio con esa mezcla de teatralidad, inteligencia escénica y sensibilidad que la han convertido en una de las grandes figuras del jazz vocal contemporáneo. No es casualidad que acumule premios Grammy ni que muchos la señalen como heredera natural de Billie Holiday, Sarah Vaughan o Abbey Lincoln. Salvant no imita: trasciende. Y en Cartagena, esa profundidad interpretativa emocionó incluso a los más veteranos del festival.
Mientras tanto, horas antes, la terraza de El Batel celebraba a su manera la última mañana del certamen con la energía inconfundible de Perro, la formación que convirtió el escenario en un torbellino creativo. El director del festival, Eugenio González, recordó que llevan años construyendo uno de los proyectos más singulares de la música independiente española, y basta verlos en directo para entender por qué. Con dos baterías latiendo al unísono, guitarras, sintetizadores y voces que se mueven entre la ironía y la brillantez, su mezcla de pop, kraut, rock y ritmos tropicales es tan atrevida como divertida.
Desde su debut con Tiene bacalao, tiene melodía (2013), donde despuntaron con temas ya emblemáticos como ‘La reina de Inglaterra’ o ‘Marlotina’, hasta Estudias, navajas (2015) y Trópico lumpen (2018), Perro ha consolidado un lenguaje propio que los distingue sin necesidad de explicaciones. Y ese espíritu libre, sarcástico y carismático fue el encargado de despedir la terraza en una mañana luminosa, vibrante y cargada del humor absurdo y la actitud que los caracteriza.
Así cerró su programación el Cartagena Jazz Festival, que este año volvió a convertirse en un punto de encuentro imprescindible para los amantes de la música. Figuras internacionales como Gustavo Santaolalla, Stacey Kent, Paquito D’Rivera o Kandace Springs han dejado huella en una edición que confirma algo evidente: el festival no solo se mantiene vivo, sino que continúa creciendo, reinventándose y regalando momentos inolvidables. Cartagena, una vez más, sonó a jazz.






