Pedro Conesa Calderón y la arquitectura de un sueño.
I. Introducción: volver a mirar lo olvidado.
Cartagena, ciudad trimilenaria de heridas profundas y resurrecciones luminosas, conserva rincones que el tiempo, la desidia y la desinformación han ido sepultando bajo capas de olvido. Entre ellos, uno destaca por su belleza latente, su arquitectura singular y su historia profundamente humana: el Pasaje Conesa, construido en 1891 por uno de los comerciantes más influyentes de la Cartagena finisecular, Pedro Conesa Calderón.
Recuperarlo no es un simple acto estético: es restituir a la ciudad una pieza clave de su identidad urbanística y comercial, y devolver a la memoria colectiva un fragmento esencial de su modernidad perdida.
Antes de entrar en detalles, viajemos juntos por el túnel del tiempo hasta aquella Cartagena que aún resonaba con el rumor del Cantón, el bullicio de la burguesía emergente y el eco de los primeros pasos del Modernismo.
II. Cartagena tras el Cantón: un escenario para construir futuro.
(Nota histórica)
La Guerra Cantonal (1873-1874) dejó la ciudad prácticamente devastada. Calles enteras quedaron derruidas. Puertas de Murcia y adyacentes, donde luego se levantaría el Pasaje Conesa, sufrieron graves daños.
El Estado, diezmado y endeudado, no actuó con celeridad, y fueron los comerciantes, las familias con recursos y la burguesía local las que reconstruyeron la ciudad.
Entre ellos estaba Pedro Conesa Calderón, cuya visión trascendía la mera especulación económica.
III. Pedro Conesa Calderón: biografía de un cartagenero decisivo.
1. Origen y familia.
(Nota histórica)
No se conserva un expediente biográfico completo, pero sabemos que perteneció a una familia acomodada ligada al comercio, con vínculos dentro del Campo de Cartagena (especialmente en Los Dolores, La Palma y la zona oeste del término municipal).
Fue padre de Antonia Conesa, casada con Isidoro Calín, agricultor y propietario de tierras cuyo apellido aparece con frecuencia en archivos notariales de la época.
Su nieta, Antonia Calín Conesa, heredó parte del patrimonio familiar y está vinculada a la construcción del conocido Castillito de los Dolores.
2. Su carácter y reputación social.
Conesa fue un hombre práctico, de liderazgo silencioso, de fuerte intuición comercial y gran sentido de la estética. En él convivían:
la visión del comerciante
la ambición del emprendedor
la sensibilidad del ciudadano que quiere embellecer su ciudad
3. Actividad comercial y económica.
(Nota histórica 3: Archivo municipal)
Conesa poseía varios inmuebles en Puertas de Murcia, Morería, Calle del Conducto, Calle Santa Florentina y la zona del Carmen. Fue propietario y arrendador de locales y viviendas, lo que le permitió financiar un proyecto como el Pasaje.
También participó, según registros indirectos, en la promoción de comercios menores, préstamos y apoyo a negocios familiares.
4. Filantropía y obra social.
(Nota histórica )
Fue fundador y benefactor de la Tienda-Asilo de San Pedro, institución benéfica dedicada al sustento de los más desfavorecidos. Allí, su nombre aparece vinculado a listas de donantes y protectores.
5. Su legado.
Los inmuebles, el pasaje, los edificios familiares y el panteón modernista diseñado para él por Tomás Rico Valarino demuestran la importancia que tuvo en la Cartagena de su tiempo.
IV. El Pasaje Conesa: arquitectura y alma de un proyecto único.
1. Un edificio pionero.
En 1891 se encarga la construcción del Pasaje.
No fue un pasadizo cualquiera: fue una galería comercial cubierta, al estilo de las europeas, pero adaptada al clima y personalidad de Cartagena.
Características arquitectónicas destacadas:
Galería longitudinal con entrada desde Puertas de Murcia
Bóveda de cristal que aportaba luz natural todo el día
Pilares de hierro fundido con celosías entrelazadas
Tres alturas con balcones interiores
Locales comerciales en planta baja, viviendas en superiores
Estética ecléctica premodernista, con influencias art nouveau ligeras
La cubierta metálica original (que hoy no se conserva) era una joya de ingeniería para su tiempo.
(Nota histórica, Arquitecto)
La autoría suele atribuirse a Tomás Rico Valarino, aunque también se menciona a Carlos Mancha, ya fallecido para esas fechas. La investigación actual favorece a Rico, dada la similitud con otras obras suyas.
2. Los comercios del Pasaje: un pequeño universo urbano.
El Pasaje Conesa era una calle interior viva, un microcosmos comercial donde se daban cita artesanos, tenderos, compradores, jóvenes aprendices y familias enteras.
Comercios documentados o altamente probables:
Mercería fina con géneros de importación
Zapatería Duparc (calzados del sur de Francia)
Joyería Rocafort
Comercios coloniales (café, cacao, especias)
Sombrererías de señora y caballero
Camiserías artesanales
Marroquinerías
Talleres de reparación y confección
Era un espacio donde los aprendices barrían el mármol antes de abrir, las señoras examinaban siluetas al trasluz, y los caballeros charlaban sobre política en la penumbra de los soportales.
El pasaje vibraba con sonidos:
campanillas de puertas,
el roce de la tela,
el martilleo de un zapatero al fondo,
murmullos de conversaciones,
el tintineo de cajas registradoras antiguas.
Y con olores:
cuero,
café tostado,
telas nuevas,
jabones perfumados.
Décima I “El Mercado Iluminado”
Luz que entra por la vidriera,
y en hierro fino se posa;
voz de comercio y de prosa,
vida plena y verdadera.
La ciudad entera espera
ver al Pasaje encendido,
Camino largo y florido,
que Conesa imaginó.
¡Qué Cartagena encontró
su corazón en su nido!
V. El Pasaje como fenómeno social.
Más allá del comercio, el Pasaje Conesa fue:
Punto de encuentro familiar
Corredor de noviazgos tímidos
Lugar de paso para obreros que iban a los talleres del puerto
Espacio de paseo para la burguesía local
Sala de estar de una ciudad que despertaba
(Nota histórica)
Se conservan menciones en prensa del cambio de siglo donde se cita el pasaje como lugar concurrido por señoras en la tarde del domingo y por comerciantes que allí cerraban acuerdos informales.
Quintilla I “La Vida Entre Hierros”
En su bóveda transparente
la ciudad se recogía;
del obrero a la hidalguía
se mezclaba fácilmente…
¡Un pasaje era un puente!
VI. Declive, abandono y heridas.
Las guerras, los cambios comerciales, la mutación del urbanismo y la falta de mantenimiento fueron hiriendo lentamente al Pasaje Conesa. La pérdida de la cubierta original marcó el inicio del deterioro.
(Nota histórica )
La crisis del comercio tradicional entre 1960–1980 y los nuevos hábitos de compra aceleraron la decadencia del conjunto.
Hoy, aunque su esqueleto permanece en pie, la vida que un día lo llenó duerme en silencio.
Pero no está muerto: está esperando.
VII. Alegato histórico y patrimonial: por qué debe restaurarse YA
Restaurar el Pasaje Conesa significa:
Devolver al centro histórico un espacio comercial singular
Crear un atractivo turístico único y diferenciador
Recuperar un modelo europeo de galería comercial
Reactivar Puertas de Murcia y su tejido social
Rendir homenaje a Pedro Conesa Calderón
Conectar pasado y futuro en un mismo espacio
Ninguna ciudad que ame su historia permitiría que una joya así siguiera deteriorándose.
Décima II “Restaurar para Vivir”
Si la piedra tiene alma,
y el hierro guarda memoria,
es deber de nuestra historia
devolverle luz y calma.
Cartagena nunca es palma
si olvida su patrimonio;
que renazca lo que es sueño,
lo que el tiempo no quebranta.
¡Que el Pasaje se levanta
cuando el pueblo es su dueño!
VIII. Pedro Conesa Calderón: justicia histórica.
Su nombre, hoy apenas pronunciado, merece volver a pronunciarse.
Razones:
Construyó ciudad.
Promovió arquitectura.
Dio vida social.
Creó empleo.
Embelleció calles.
Practicó filantropía
Dejó huella en barrios y diputaciones.
Un hombre así no puede permanecer en el silencio de los archivos.
Legado en la ciudad
Edificios emblemáticos
El propio Pasaje
El Castillito a través de su descendencia
Viviendas burguesas de enorme valor
El panteón modernista
Su influencia en el comercio local
Quintilla II “El Hombre y su Huella”
Su nombre pide presencia,
su obra pide razón,
y su ciudad, con pasión,
le debe la reverencia…
¡Conesa es permanencia!
IX. Conclusión:
Un futuro posible.
El Pasaje Conesa puede renacer.
Debe renacer.
Y renacerá si Cartagena —la Cartagena que lucha, la que recuerda, la que ama su historia— levanta la voz para reclamarlo.
Restaurarlo será un acto de justicia, de belleza, de memoria, de futuro.
Y este artículo, este homenaje, esta crónica llena de luz y de nostalgia, es un primer paso para ello.






