En el corazón del Residencial Casa Blanca, entre las calles Enrique Granados y Antonio de Cabezón, late desde ahora un pequeño pero significativo rincón de memoria: el callejón peatonal que ya lleva el nombre de Francisco Velasco Velasco, un vecino cuya vida se confundió siempre con la del barrio y cuya huella permanece indeleble desde su fallecimiento en 2022.
Este lunes 17 de noviembre, el Ayuntamiento de Cartagena, acompañado de los vecinos y a petición de la Junta Municipal de Los Dolores, quiso rendirle tributo a quien todos recuerdan como un hombre cercano, entrañable, humilde y dispuesto a entregarse por completo a la convivencia y el progreso de San Cristóbal-El Bohío. El acto estuvo presidido por la alcaldesa, Noelia Arroyo, junto a la viuda del homenajeado, Encarnación Jerez, sus hijas y su nieta, María Azahara, que emocionó a los asistentes con unas sentidas palabras. También estuvieron presentes la presidenta de la Junta Municipal, Julia Otón; el concejal instructor del expediente, Ignacio Jáudenes; los ediles Francisca Martínez y Beatriz Sánchez; así como otros representantes de la corporación municipal, entre ellos Mercedes Graña, Isabel Andreu y Pencho Soto.
La alcaldesa recordó que la historia de cada barrio es, en realidad, la historia de las personas que lo levantaron con más ilusión que recursos. En San Cristóbal-El Bohío, esa historia no puede entenderse sin figuras como Francisco Velasco, ejemplo de constancia, esfuerzo y generosidad, especialmente en aquellos años en los que la barriada necesitaba casi de todo. Llegado en 1971, cuando el vecindario apenas contaba con servicios básicos, su implicación fue decisiva en la construcción de infraestructuras esenciales y, en especial, en la vida de la iglesia, a la que ayudó de manera discreta pero constante: aportó para la pila, el Belén, la tómbola y fue impulsor de los portapasos, dejando una marca espiritual y comunitaria que aún perdura.
En 2019 fue elegido “mejor vecino del año” durante las fiestas patronales, un reconocimiento que hoy adquiere un significado más profundo. Como subrayó Noelia Arroyo, este gesto simbólico de poner su nombre al callejón supone devolverle, aunque sea en una pequeña parte, todo lo que él dio al barrio. Porque Francisco Velasco no fue solo un vecino ejemplar: fue, y seguirá siendo, parte de la historia viva de San Cristóbal-El Bohío.








