Un paseo por la gastronomía de Cartagena: En defensa de la tradición y la comida local
Tomás Martínez Pagán, reconocido observador de la sociedad y columnista de medios como “La Verdad” y “La Opinión”, recientemente ha sido incorporado a la Academia de Gastronomía de la Región de Murcia. En su discurso inaugural, Martínez Pagán subraya la importancia de la gastronomía tradicional, celebrando la herencia y el legado culinario de la región.
Citando a Marco Tulio Cicerón y Julián Marías, el autor destaca que la gastronomía trasciende de la mera comida, convirtiéndose en un acto de unión, cultura, amistad y, en definitiva, una representación del alma de una región. La gastronomía es, según Martínez Pagán, una fusión de salud, economía, medio ambiente, turismo, educación y cultura, entre otros.
Destacó que, a pesar de que la gastronomía y la restauración son ahora disciplinas universitarias, no se debe olvidar que alimentar es un arte. Cada plato es una obra efímera, cuyo disfrute se desvanece con su consumo, pero deja un sabor de anticipación para la próxima creación.
El autor también enfatiza el papel que juega España en la escena gastronómica global, donde se promueve como “El País más rico del mundo” en términos culinarios. Además, señaló el programa “1001 sabores – región de Murcia” como una iniciativa clave que busca promover el patrimonio culinario de la región y garantizar la excelencia en su oferta gastronómica.
Martínez Pagán recalca la importancia de abordar la alimentación desde una perspectiva de salud, solidaridad, sostenibilidad y satisfacción, abarcando todos los eslabones de la cadena alimentaria.
Sin embargo, el foco principal de su discurso radica en la defensa de la comida tradicional de Cartagena y la Región de Murcia. Hace énfasis en la rica despensa de productos locales, provenientes tanto de tierra como de mar, que convierten a la gastronomía local en una de las mejores de España y del mundo.
Tomás Martínez Pagán ofrece un emotivo y apasionado homenaje a la rica tradición gastronómica de Cartagena, instando a preservar y promover su legado culinario en un mundo en constante cambio.
La Evolución de la Gastronomía: De la Subsistencia a la Cultura
Tomás Martínez Pagán nos ofrece un emocionante paseo por la historia de la comida y cómo esta ha evolucionado, en un discurso que se centra en la intersección entre alimentación, cultura y supervivencia. Aquí, un resumen de sus principales puntos:
- Comer como Instinto de Supervivencia: Martínez Pagán, en su discurso, habla sobre cómo el acto de comer es esencialmente un instinto que garantiza nuestra supervivencia. Originalmente, las apariencias y sabores eran secundarios a la necesidad básica de alimentarse.
- Comer con los Ojos: Martínez Pagán recuerda tiempos pasados donde la apariencia del alimento no era tan crucial. Trae memorias de su infancia, cuando se le reprendía por rechazar alimentos basándose solo en su apariencia.
- Las Dificultades del Pasado: Habla sobre la postguerra española, un tiempo donde la escasez de alimentos era real y las personas tenían que ser ingeniosas con lo que tenían a mano.
- Gastronomía Local de Cartagena: Describe cómo era la comida de hace un siglo en la zona agrícola del campo de Cartagena y los platos típicos que se comían en diferentes momentos del día.
- Globalización vs. Gastronomía Local: Martínez Pagán expone su preocupación por cómo la globalización está erosionando las tradiciones culinarias locales. Destaca la importancia de peñas, asociaciones culturales y establecimientos rurales que mantienen vivas estas tradiciones.
- Economía Popular y Comida de Subsistencia: Habla sobre cómo, en tiempos pasados, la necesidad llevó a la creación de platos que maximizaban los pocos ingredientes disponibles, muchos de los cuales ahora son considerados delicadezas en restaurantes de alta gama.
- Un Llamado a la Conservación: Martínez Pagán enfatiza la importancia de conservar las tradiciones culinarias locales. Advierte sobre el peligro de perder la diversidad gastronómica si todos adoptamos una dieta globalizada y homogeneizada.
A través de su discurso, Martínez Pagán nos invita a reflexionar sobre la rica tapezca gastronómica que hemos heredado y a esforzarnos por conservarla en medio de la globalización. Se trata de un llamado a apreciar no solo la comida en sí, sino también las historias, las culturas y las tradiciones que representan.
Sabiduría Popular en la Alimentación Según Tomás Martínez Pagán
Tomás Martínez Pagán nos sumerge en las profundidades de la sabiduría popular y cómo ésta ha influido en nuestra relación con la comida. A continuación, una síntesis de sus reflexiones sobre refranes y dichos populares que hablan sobre alimentación y salud:
- La Importancia de Alimentarse: A través de refranes como “Tripa vacía corazón sin alegría” y “Pan, vino y sangre… crían buena carne”, la cultura popular subraya la relevancia de la alimentación para mantenernos saludables y alegres.
- Comer Aunque No Tengas Hambre: Martínez Pagán nos recuerda que, aunque no tengamos hambre, podemos seguir comiendo y consumir más calorías de las necesarias, como se refleja en el dicho “Comer y rascar todo es empezar”.
- Recomendaciones de Alimentación: Haciendo eco del ayuno intermitente, un enfoque dietético moderno, Martínez Pagán destaca refranes como “Desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo” y “El poco comer y el poco parlar nunca hizo mal”.
- Peligros del Exceso y Alimentos en Momentos Inadecuados: A través de refranes como “De cenas están las sepulturas llenas” y “La naranja por la mañana oro, al mediodía plata y por la noche mata”, se nos advierte sobre los peligros de comer en exceso o consumir ciertos alimentos en momentos inapropiados.
- Beneficios de Alimentos Específicos: Martínez Pagán destaca la sabiduría popular que resalta las propiedades beneficiosas de ciertos alimentos, con dichos como “Un par de huevos a la semana hacen vida sana”, “Una manzana al día mantiene al médico en la lejanía” y “El aceite de oliva es armero, relojero y curandero”.
Tomás Martínez Pagán nos muestra cómo la sabiduría popular, transmitida de generación en generación, ha influido en nuestras creencias y prácticas alimenticias. Estos refranes, más allá de ser meras expresiones, encapsulan conocimientos y experiencias que nos conectan con nuestras raíces y tradiciones, recordándonos la importancia de la alimentación en nuestra vida diaria.
BEBER Y COMER: UNA HISTORIA ENTRELAZADA
Tomás Martínez Pagán subraya la profunda conexión que existe entre la comida y la bebida en nuestra cultura, una relación que se remonta a tiempos inmemoriales y que sigue viva en nuestros días.
- La Divinidad en la Cocina: Como mencionó Santa Teresa de Ávila, “entre los pucheros anda Dios”. Esta afirmación resalta cómo la alimentación, incluso en su forma más humilde, puede ser una experiencia espiritual. A lo largo de los siglos, los conventos han sido renombrados no solo por sus prácticas religiosas, sino también por la calidad y sabor de sus comestibles.
- Los Vinos Autóctonos de Cartagena: Martínez Pagán destaca la rica tradición vinícola de Cartagena. El vino dorado del Campo de Cartagena, producido a partir de la uva Merseguera, es un testimonio de esta tradición. A pesar de su exquisito sabor y su importancia cultural, lamentablemente, estos vinos no se encuentran comúnmente en restaurantes de la comarca, dejando un legado que, aunque valioso, no es ampliamente reconocido.
- Vino y Cultura: “San Roque es el mejor santo que hay en los cielos divinos, y los cofrades lo honran a puro trago de vino”. Tales dichos, que se han transmitido oralmente a lo largo de generaciones, revelan la importancia del vino en nuestra cultura. La unión de vinos y monasterios también es emblemática de esta conexión, como se evidencia en lugares como las Bodegas Ara Pacis “Altar de la Salud”.
- Vinos Monásticos: Los monasterios han sido centros de elaboración de vino desde hace siglos. El Monasterio Cisterciense de Nuestra Señora de la Paz en La Palma es un ejemplo contemporáneo de esta tradición, aunque, al igual que el vino dorado de Cartagena, es poco conocido.
Tomás Martínez Pagán nos invita a apreciar y revalorizar las tradiciones alimenticias y vinícolas de nuestra región, reconociendo la rica historia y cultura que han tejido en la vida cotidiana del Mediterráneo. A través de su enfoque, nos recuerda que beber y comer no son meros actos de sustento, sino también expresiones vivas de nuestra herencia y patrimonio.
UN SABOR DE HISTORIA Y PATRIMONIO
Los sabores y aromas que evocamos no solo nos trasladan a momentos y rincones concretos de nuestra memoria personal, sino también a la memoria colectiva de nuestro pueblo. Las especialidades de Cartagena, al igual que en cualquier otra región, son un claro reflejo de su historia, su cultura y su gente.
La tradición pastelera de Cartagena no solo se ha centrado en la dulcería. Quien no recuerda aquellos panes de diferentes formas, aquellos roscos con anís, aquel pan ácimo que se horneaba para ocasiones especiales. Pero no sólo el pan, las empanadas, esos ricos pasteles rellenos de diversos ingredientes que varían según la temporada, como las empanadas de atún en Semana Santa.
Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado una brecha entre las generaciones actuales y esas recetas tradicionales. La globalización y la industrialización de los alimentos han llevado a que muchas de esas recetas queden en el olvido o se transformen, perdiendo en el proceso parte de su esencia.
Pero, como señaló Tomás, no sólo de dulces vive el hombre. La riqueza agrícola de Cartagena también ha brindado a sus habitantes una amplia variedad de frutas y verduras que se han convertido en pilares de su gastronomía. El tomate, la alcachofa, el melón, la granada… todos tienen su lugar en la mesa cartagenera y su momento en el calendario culinario de la región.
Y qué decir de las bebidas. El licor de hierbas, el anís, la mistela, que solían ser elaborados de manera casera en muchas viviendas y que servían para endulzar las tertulias familiares o las sobremesas con amigos.
Es esencial que, como sociedad, valoremos y mantengamos vivas esas tradiciones. No sólo por el hecho de conservar nuestro patrimonio gastronómico, sino también porque detrás de cada receta, de cada sabor, hay historias, hay personas, hay un legado que ha sido transmitido de generación en generación y que nos habla de quiénes somos y de dónde venimos.
No debemos olvidar que la gastronomía no es sólo alimento para el cuerpo, sino también para el alma. Es una forma de conectarnos con nuestras raíces y de recordar a aquellos que, con sus manos y su sabiduría, dieron forma a lo que hoy conocemos como la rica y variada gastronomía cartagenera.
Por ello, es tarea de todos proteger, promover y, por qué no, innovar, basándonos en esas tradiciones, para que las futuras generaciones puedan disfrutar, al igual que nosotros, de esos sabores que evocan historias y recuerdos.
Como diría Tomás Martínez Pagán, al leer estas líneas, la cultura y tradición de un lugar se degusta, se siente y se vive, plato a plato, bocado a bocado. Porque Cartagena, en su sabor, lleva la esencia de su gente, su historia y su tierra.
Tomás Martínez Pagán dejó zanjado el tema del origen de la Marinera, al contar la anécdota ocurrida en los años 70 en la cartagenera plaza del Rey, comentario que hizo que el público al evento rompiera a aplaudir a un hombre que siempre ha sido defensor de su tierra. Poco después mencionó que en los años 40 ya se servían marineras en Cartagena, pero su base era de crespillo. Sin duda un gran momento de la celebración
La pasión culinaria de Cartagena: una herencia invaluable
El discurso de Tomás es un recorrido sentimental por la rica gastronomía del Campo de Cartagena. Cada línea se ha escrito desde el corazón, y aunque admite no ser un experto en gastronomía, su relación íntima con la comida cartagenera se ha forjado a lo largo de su vida, desde su infancia, entre los campos y las cocinas donde se preparaban los platillos más sabrosos.
Es un hecho que muchos platos tradicionales del Campo de Cartagena no han alcanzado el reconocimiento y fama que merecen a nivel nacional. Sin embargo, cada uno de esos platillos es una joya culinaria que habla de nuestra historia, de nuestras tradiciones, de nuestros antepasados y, sobre todo, del amor con el que se ha preparado cada receta.
La cocina es un arte, pero también es un medio de comunicación. A través de ella, transmitimos nuestra cultura, nuestros valores y nuestras emociones. Cada vez que degustamos un platillo tradicional, no solo nos deleitamos con su sabor, sino que también nos conectamos con las generaciones pasadas que crearon y perfeccionaron esas recetas.
La gastronomía de Cartagena es un tesoro que merece ser descubierto, valorado y protegido. No debemos permitir que las tradiciones culinarias se pierdan en el olvido o se vean opacadas por las tendencias actuales de la comida rápida y procesada. Es esencial que las nuevas generaciones conozcan, aprecien y continúen la tradición culinaria de nuestra región. Comentó Tomás Martínez Pagán.
Además, en este mundo globalizado, donde los sabores y las culturas se mezclan constantemente, es más importante que nunca reivindicar y celebrar nuestra identidad gastronómica. La cocina cartagenera tiene un potencial inmenso para atraer a turistas y gourmets de todo el mundo que buscan experiencias culinarias auténticas y únicas.
Por último, destaca la importancia del lenguaje en nuestra relación con la comida. Las palabras que usamos para describir nuestros platillos, ingredientes y tradiciones son una parte esencial de nuestra cultura. Es crucial que preservemos y celebremos nuestro léxico culinario, ya que es un reflejo de nuestra historia y nuestra identidad.
Así que, querido lector, te invito a redescubrir y celebrar la rica gastronomía del Campo de Cartagena. Ya sea que prepares un platillo tradicional en casa, que visites un restaurante local o que simplemente compartas una historia culinaria con amigos y familiares, recuerda siempre el amor, la historia y la tradición que hay detrás de cada bocado.
Que tu paladar sea siempre un puente hacia nuestras raíces y que nuestra comida siga siendo un símbolo de unidad, identidad y orgullo cartagenero.
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