viernes, octubre 10, 2025

Crónicas de un Pueblo. – Carmen Conde, la llama de Cartagena que abrió el sillón K

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Nació en Cartagena un 15 de agosto de 1907. En su infancia, los vaivenes económicos de la familia la llevaron a Melilla y de vuelta a la ciudad trimilenaria en 1920. En Bazán empezó a ganarse el pan, y en la prensa local, a probarse el alma: ahí asomaron sus primeras letras, todavía con salitre en las manos. Estudió Magisterio, y en 1927 conoció a un cómplice decisivo: el poeta cartagenero Antonio Oliver Belmás. Juntos serían, en la vida y en la cultura, una alianza de mar y brújula.

Universidad Popular: alfabetizar el hambre y encender la ciudad

Con la República llegó el viento pedagógico. Carmen y Antonio, convencidos de que la cultura debía ser pan compartido, impulsaron en Cartagena la Universidad Popular: se aprobó en pleno municipal en junio de 1931 y abrió sus puertas el 10 de marzo de 1932. Quisieron que la ciudad tuviera aulas para quien no las tuvo, y teatro, conferencias, bibliotecas y Misiones Pedagógicas que llevasen luz a los rincones más humildes. Aquel impulso cívico —tan moderno, tan nuestro— quedó truncado por la Guerra, pero dejó un modelo: educación popular de raíz cartagenera.

Guerra, silencios y trabajo: la forja de una voz

Estallada la contienda, Oliver se incorpora al ejército republicano; a Carmen le conceden una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios para viajar a Francia y Bélgica, que no llegará a disfrutar. Tras la guerra, sobreviene el silencio prudente: seudónimos, trabajos editoriales, bibliotecas, artículos… y una constante: escribir. Esos años la curten y la organizan, sin apagar su fuego.

Obra y premios: la cosecha de una vida

Publicó su primer libro, Brocal (1929), y, poco después, Júbilos (1934), con prólogo de Gabriela Mistral. Su poesía —existencial, limpia, contemporánea— acabó reuniéndose en Obra poética (1929–1966), libro por el que obtuvo en 1967 el Premio Nacional de Poesía. En 1987 recibiría también el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. A la par, cultivó narrativa, teatro, ensayo y literatura para niños. Una obra sólida, humanísima y tenaz.

El sillón K: una puerta abierta para todas

El 10 de febrero de 1978 la Real Academia Española la eligió académica de número para la silla K. Ingresó en 1979: la primera mujer en tres siglos de historia de la institución. No se trataba de un honor privado, sino de una puerta abierta: desde entonces, otras vendrían detrás. Cartagena miró con legítimo orgullo.

Legado vivo en Cartagena

Conde y Oliver reunieron cartas, manuscritos, biblioteca, muebles, recuerdos: un latido de papel. En 1994, Carmen formalizó la donación de su legado a su ciudad.

Hoy ese tesoro —miles de cartas, libros y objetos— se custodia y difunde a través del Patronato Carmen Conde–Antonio Oliver y del Museo sito en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy (C/ Jacinto Benavente, 7). Allí puede recorrerse, casi en silencio, el salón y el despacho de su última casa madrileña, como si acabara de levantarse de la mesa.

En la calle, frente a la iglesia del Carmen, la escultura de Juan José Quirós recuerda que su presencia sigue en la ciudad.

Cronología esencial (selección)

  • 1907: Nace en Cartagena.
  • 1929: Brocal.
  • 1931–1932: Impulsa y abre la Universidad Popular de Cartagena (aprobada en junio del 31; apertura en marzo del 32).
  • 1934: Júbilos (prólogo de Gabriela Mistral).
  • 1967: Premio Nacional de Poesía por Obra poética
  • 1978–1979: Elegida e ingresa en la RAE (sillón K), primera mujer académica de número.
  • 1987: Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
  • 1994: Dona su legado a Cartagena.
  • 1996: Fallece en Madrid.

Una actualidad que la recupera

Su figura vuelve a escena: exposiciones y montajes teatrales recientes han reivindicado su voz, recordando cartas, diarios y su firmeza intelectual. La memoria de Carmen no es un bronce frío: es un archivo vivo, una programación, un museo que se visita, un nombre que regresa a la conversación pública.

 

Décimas

I

Cartagena fue su puerto,

su brocal, su amanecer;

de un cuaderno quiso hacer

pan caliente para el huerto.

Le puso al libro un concierto,

a la calle un aula abierta,

y a la noche, luz despierta

de alfabetizar el hambre.

Carmen Conde fue el alambre

que sostuvo nuestra puerta.

 

II

Universidad Popular,

una trinchera de tiza:

donde el lápiz cicatriza

la herida vieja de no estudiar.

Contra el miedo de ignorar,

con Oliver, mano a mano,

levantó, grano a grano,

la cosecha de la gente.

Su victoria fue decente:

dar saber al ser humano.

 

III

Sillón K, letra de aurora,

al fin dentro de la casa;

que la historia no retrasA

lo que el mérito atesora.

Cuando una entra, no entra sola:

van detrás otras que esperan,

con la lengua por bandera

y la página en la ola.

Ese día, Cartagena

creció un palmo hacia la esfera.

 

Quintillas

1.

De bronce tu sombra queda,

de papel tu voz insiste;

cada carta es cicatrizte

que el archivo nos conceda:

una patria que persiste.

 

2.

Carmen, tu escuela fue

la ciudad que te parió;

lo que escribiste encendió

lo que leer nos da fe:

un futuro que aprendió.

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