Pronto entenderán el porqué de este título, ya que nuestra Trimilenaria es una ciudad que desborda historia por los cuatro costados y la verdad es que la sabemos vender, y muy bien, en todo lo referido a nuestros restos arqueológicos. Somos un referente a nivel mundial y cada día más conocida. Sin embargo, al igual que tenemos piedras y restos arqueológicos para no terminar nunca de ampliar nuestros museos, tenemos en nuestra ciudad, y desde hace muchos años, algo tan singular como son los submarinos, que se podrían convertir en otro gran atractivo para ser visita obligada a Cartagena.
Días atrás podíamos leer en los medios que el Submarino Mistral, después de 36 años de servicio a la Armada, salía a subasta para desguace y chatarra por la cantidad de 136.000 euros. Sería una buena oportunidad para que el Ayuntamiento adquiriese algunos elementos de gran volumen de esta nave, para colocar en algunas rotondas de entrada a nuestra ciudad, que se encuentran sin motivos escultóricos, pudiendo tomar ejemplo de cómo lo hace Jerez y El Puerto de Santa María, donde un gran número de rotondas están decoradas con elementos de sus bodegas más emblemáticas, identificando la ciudad con su actividad principal, como son las bodegas y sus vinos.
Pero aquí, en la Trimilenaria, tenemos un ejemplo similar, totalmente vinculado con el sector de los submarinos. Dentro de muy pocos meses es de esperar que Cartagena cuente con un nuevo museo, el dedicado a Isaac Peral, y cuya ubicación será en el sitio idóneo por excelencia: su propia casa natal, ubicada en el céntrico callejón de Zorrilla. Su interior contará con más de 200 piezas íntimamente ligadas al personaje o al submarino de su invención, y aquí viene la clave, pues son todas ellas propiedad de un personaje que tiene varias cosas en común con el propio Peral, ya que, por ejemplo, ambos son cartageneros, oficiales de la Armada y submarinistas, entre otras coincidencias. Me estoy refiriendo a Diego Quevedo Carmona, que lleva desde tiempo inmemorial coleccionando objetos sobre el inventor del submarino de su nombre, el primero del mundo en ser propulsado eléctricamente, así como el primero desde el que salió un torpedo estando totalmente sumergido.
Esta casa/museo complementará, sin duda, la oferta turística de Cartagena, que, por lo que respecta a este cartagenero ilustre, ya cuenta con lo expuesto en el Museo Naval de Cartagena, cuya pieza más relevante es el propio casco del submarino. A todas esas piezas de colección se añadirán otras, propiedad de los descendientes del propio Isaac Peral, que también valoran tanto la iniciativa de Diego Quevedo que van a continuar su iniciativa, como es el ceder piezas del patrimonio familiar para vestir ese museo, lo que supondrá ser la única casa natal de un personaje mundialmente conocido convertida en casa museo en toda la Región.
Como objetos más relevantes, podrán ser admirados desde cartas personales del personaje, fotos de estudio (alguna dedicada de puño y letra del propio Peral), un óleo de finales del XIX, y cuyo autor es un retratista de la época para el que posaron presidentes del Gobierno y que posee obra en el mismísimo Museo del Prado, medallas acuñadas, partituras de música (más de una veintena), un abanico original de los entregados el día de la botadura en Cádiz y un sinfín de objetos. Siendo uno de los más significativos —pieza única— el diseño original, dibujado a plumilla sobre papel moneda, de un billete de 50 pesetas que la FNMT iba a poner en circulación con la efigie de Isaac Peral, y que, al ordenar el Gobierno de la época el abandono del proyecto, el Banco de España dejó sin efecto su circulación.
Un museo necesario para Cartagena, que honrará la memoria de Peral, un personaje que siempre llevó por bandera su amor a España y que, por esa razón, llegó a desestimar en su momento el ofrecimiento de astilleros extranjeros que se interesaron por construir más unidades de su prototipo, al grito de que: “yo no puedo venderles a ustedes nada, porque mi invento ya se lo he regalado a mi Patria…”.
Desde estas líneas quiero agradecer a Diego Quevedo su incansable labor de muchos años en pro de tratar de evitar que la memoria de Isaac Peral caiga en el olvido, memoria que trata de difundir continuamente en charlas por toda la piel de toro, desde colegios hasta institutos o salones de actos. Al igual que sería de justicia que desde el consistorio municipal se le hiciera, por esta incansable y altruista labor que lleva a cabo desde hace lustros Diego Quevedo, algún tipo de reconocimiento oficial, en forma de proponerlo para ser nombrado “Hijo Predilecto” de Cartagena, título que no tiene coste económico y que colmará, a buen seguro, las aspiraciones de este extraordinario cartagenero.
Pero no termina la aportación para con nuestra ciudad de este gran cartagenero. Pronto aparecerá su libro titulado Historias con la mar de fondo, una recopilación de anécdotas e historias poco conocidas relacionadas con la mar y su entorno, profusamente ilustrado, y son historias muy cortas, de modo que su lectura resulte fácil, en las ochenta historias recopiladas de su blog, y cuál de ellas más singular e interesante.
Diego, como hombre inquieto, no ha terminado un tema cuando ya está con otro, ahora con el proyecto del submarino Tonina S-62, un submarino mítico que se convertirá en museo, el cual durante 32 años estuvo al servicio de nuestra Armada y en el que navegó Quevedo. Construido en la antigua Bazán en 1972, fue dado de baja en 2005 y se encuentra en seco en Navantia Reparaciones. Desde el Instituto de Historia y Cultura Naval se empezó a estudiar el proyecto de musealizarlo, teniendo previsto su emplazamiento en la Plaza de la Marina Española, junto al antiguo CIM y muy cerca del Submarino Peral, convirtiendo ese espacio en un gran centro del arma submarina. Están comprometidos con el proyecto el Ayuntamiento, la Consejería de Turismo, APC, Navantia, Armada, COEC y todo el sector empresarial, ya que es un elemento del patrimonio naval de nuestra ciudad y que implica a todos. Convirtiéndose en un nuevo museo y con la singularidad de visitar un auténtico submarino, entrando por popa y saliendo por proa.
Y dónde mejor para terminar comiendo y hablando de submarinos: no existe mejor restaurante que Mare Nostrum, en el salón dedicado a Isaac Peral, presidiendo nuestro ilustre marino en un óleo del maestro Juan de la Cruz Teruel, y donde disfrutamos de un menú recomendado por el maître Miguel Albalat, empezando por unas almejas al ajillo con su buen caldo de mojar, para continuar con unas anchoas 00 con tomates raff y aceite puro de oliva. Pasamos a un bacalao encebollado, exquisito. Mariló nos recomendó que tomáramos el salpicón de marisco y la verdad es que estaba de gloria. Elegimos un albariño Mar de Frades para acompañar tan rico menú y que, con el caldero final que tomamos, combinó de lujo. El punto dulce fue un plato típico de nuestro campo al centro, un rico arrope calabazate. Y para finalizar, un buen asiático.
Diego Quevedo, a quien yo llamo Cronista de la Armada, ya que está archidocumentado y todos recurrimos a consultarle sobre temas e historias de la Armada. La verdad es que sería un perfecto premio para él nombrarle Cronista Oficial de la Armada, y a coste cero para el Ministerio.
Termino este artículo de hoy con esta reflexión: “Lo más valioso de la vida no es lo que tenemos, sino a quien tenemos”.









