Somos de Cartagena y hablamos sobre Cosas de una Ciudad con mar. Escúchanos

📅 Estamos a y ya somos 860. Cuando alcancemos los 1000 suscriptores, realizaremos un sorteo de una comida para dos personas. ¡Suscríbete y participa!

2347101 Visitas.

Crónicas de un Pueblo. – El clamor silenciado: La Catedral de Cartagena, una herida abierta en el alma de la historia.

Foto del avatar

PorJosé Antonio Martínez Pérez

29 de junio de 2025
Publicidad
Solo tardarás 4 minutos en leerlo.

Loading

Publicidad
Publicidad

En lo alto del monte de la Concepción, flanqueada por siglos de historia y cicatrices de piedra, yacía orgullosa la Catedral de Santa María la Mayor de Cartagena, única en España aún sin restaurar tras los estragos de la Guerra Civil.

No es ruina casual ni olvido inocente: es el reflejo de una injusticia prolongada, de una desidia escandalosa y del abandono por parte de quienes debían proteger su legado.

El origen sagrado de una diócesis milenaria

La Diócesis de Cartagena, con raíces visigodas, fue restaurada oficialmente por el papa Inocencio IV en 1250. Su sede, establecida en esta catedral románica, no era una elección menor: Cartagena era el corazón espiritual del sureste español, un puerto de fe y de piedra, al que los siglos le dieron voz propia.

Publicidad

El traslado del Obispado: una huida sin bendición.

En 1291, el obispo Diego Martínez Magaz decidió trasladar la sede episcopal a Murcia sin la debida autorización papal. No hubo bula, no hubo decreto.

Publicidad

Solo decisión unilateral. Desde entonces, Cartagena perdió la sede del obispado de forma irregular y arbitraria. Una herida que jamás cerró.

Este acto, lejos de ser olvidado, ha sido reivindicado a lo largo de los siglos por distintas voces de la ciudad.

En más de una ocasión, incluso asociaciones civiles fueron castigadas por exigir justicia canónica y el retorno del estatus perdido. Un castigo desproporcionado frente a una causa legítima.

Guerra Civil: bombardeo y silencio.

Durante la Guerra Civil, la catedral fue utilizada como cárcel y sufrió bombardeos que destruyeron sus cubiertas y parte de sus capillas laterales.

Desde entonces, ni la Iglesia ni el Estado han asumido su obligación de restaurarla. Hoy, la techumbre abierta deja pasar el tiempo, como si el olvido fuese su nueva liturgia.

Una joya incrustada en uno de los conjuntos patrimoniales más ricos del mundo.

Pero lo más escandaloso no es solo el abandono del templo, sino dónde se encuentra: en el corazón del Parque Arqueológico del Cerro de La Concepción, sobre una ciudad trimilenaria que ha albergado íberos, cartagineses, romanos, bizantinos, visigodos, musulmanes y cristianos.

La Catedral está fundida entre restos de templos romanos, viviendas púnicas, termas imperiales, el foro, la curia, las calles de Cardo y Decumano, junto a murallas medievales y edificaciones modernistas. Todo en apenas unos metros cuadrados.

No existe en el mundo un templo cristiano románico tan incrustado en capas de civilizaciones superpuestas, lo que convierte a la Catedral de Cartagena en una pieza absolutamente única. No restaurarla es negar una sinfonía de piedra que cuenta la historia del Mediterráneo.

La gran negligencia institucional.

Ni la administración central, ni la autonómica, ni la Iglesia han querido asumir la responsabilidad. Solo algunos colectivos ciudadanos y el partido cartagenerista han puesto el foco en esta herida histórica. Han llegado a proponer una consulta ciudadana para que sea el pueblo quien decida qué hacer con su catedral. Un gesto que, al menos, rescata la dignidad de los cartageneros frente a tanta indiferencia.

El pecado de la Iglesia.

Pero la institución que más debería avergonzarse es la Iglesia. ¿Cómo puede abandonar su catedral original? ¿Cómo puede dejar en ruinas una sede consagrada, milenaria, cargada de historia y fe? El pecado es de omisión, pero también de desprecio. Un desprecio que lanza el mensaje de que Cartagena no merece su historia, su legado ni su voz.

Reivindicación y justicia histórica.

Este artículo no es una queja. Es una exigencia:

  • Restauración integral de la Catedral Vieja de Cartagena, no como ruina romántica sino como templo vivo.
  • Restitución del Obispado de Cartagena a su sede histórica y legal.
  • Compromiso real de todas las instituciones con una joya patrimonial de primer orden.
  • Reparación moral y eclesiástica del daño infligido durante siglos.
  • Porque una ciudad sin memoria es tierra baldía. Porque una Iglesia que olvida sus raíces no puede hablar de fe con verdad. Porque Cartagena merece lo que le pertenece por derecho, por historia y por justicia.

Poema.

“Catedral herida”

Entre piedras milenarias te alzas,

con el eco de siglos en los muros,

templo roto, memoria entre zarzas,

latido en ruinas, susurros oscuros.

 

No te cubre el oro ni el incienso,

ni el canto solemne del obispado,

solo el viento, el olvido inmenso,

y un pueblo que clama lo que han negado.

 

Te quitaron la sede, la corona,

te robaron la fe de ser primera,

y aunque el alma en tus ruinas no abandona,

la Iglesia te ignora, como si murieras.

 

Pero vives, entre el foro y la muralla,

en el cruce de imperios y de siglos,

y tu herida no sangra, pero estalla

cuando callan los que juraron abrigo.

 

¡Ay, Cartagena, madre de la historia!

¡Ay, Catedral, sin altar ni perdón!

Tu dolor es también nuestra memoria,

y tu lucha, el reflejo de una nación.

 

Restaurarte no es solo levantarte,

es honrar lo que fuimos y ser justos,

restituir el lugar y consagrarte

en el corazón de los tiempos augustos.

 

No más ruina, no más abandono,

no más ojos ciegos frente a tu honor.

Que se cumpla por fin lo que pregono:

la justicia alza el vuelo desde tu clamor.

 

(Visited 46 times, 46 visits today)
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicidad