La historia de Cartagena y su comarca está escrita no solo en piedra y metal, sino también en la vida de quienes supieron convertir la riqueza minera en legado social y cultural. Entre ellos, destaca el nombre de don Pedro Moreno Bermejo, patriarca de una familia que dejó huella tanto en la Sierra Minera de La Unión como en el Campo de Cartagena, y cuya memoria se refleja aún hoy en dos joyas arquitectónicas: la Casa Moreno de la calle Caridad en Cartagena y la finca Torre Nueva en Pozo Estrecho.
Los orígenes de un patriarca minero
Nacido en la primera mitad del siglo XIX, Pedro Moreno Bermejo comenzó como agricultor y comerciante, pero pronto fijó su mirada en la riqueza mineral de la Sierra de Cartagena-La Unión. En 1852 impulsó, junto con socios, la Sociedad Especial Minera Cuatro Amigos, primera concesionaria de la mina Agrupa Vicenta, hoy emblema turístico y cultural del Parque Minero de La Unión.
Su apellido se asoció desde entonces a minas como Sebastopol, San Dionisio, Segunda Esmeralda, Diosa, Pepita, San Jorge y Belén, explotaciones que figuraban entre las más productivas de la comarca.
Décima espinela
Pedro escarbó en la sierra,
con tesón y con empeño,
y en el metal puso el sueño
de dar riqueza a la tierra.
Donde el minero se aferra
la esperanza se convierte,
y su esfuerzo siempre vierte
sudor, riesgo y valentía;
así forjó su energía
don Pedro, hombre de suerte.
Brígida Sandoval, la heredera tenaz
Tras el fallecimiento de Pedro, fue su esposa Brígida Sandoval quien tomó las riendas de la familia. En 1890 los registros la señalan como la mujer con más poder en la minería española: 59 minas en explotación que le aseguraron un lugar destacado en el distrito minero.
Ella representaba la solidez, la continuidad y la capacidad de gestión de un apellido que supo mantener su fuerza durante décadas.
La marquesa de Fuente-González
El testigo lo recogió la siguiente generación, con Federico Moreno Sandoval y su esposa Beatriz Asensio Herrero, quien sería conocida como la marquesa de Fuente-González. El título, concedido por la Santa Sede, no se debía a hazañas militares, sino a sus donaciones y obras de caridad. La marquesa fue reconocida por su compromiso social, muy especialmente en Pozo Estrecho, donde su presencia dejó una profunda huella.
En Torre Nueva, su finca campestre, la marquesa abría las puertas de la capilla a los vecinos para misas, comuniones y actos religiosos, convirtiéndose en una figura querida y respetada por el pueblo.
Quintilla
Marquesa de buen hacer,
generosa y bondadosa,
su mano siempre dichosa
tendía al pobre su ser,
sembrando fe y hermosura.
Torre Nueva: la villa y su pequeña aldea
Construida en 1904 por el maestro de obras Pedro Bernabé, Torre Nueva es una finca singular en Pozo Estrecho. Su planta en cruz con torre central, arcos polilobulados de aire neoárabe en porche y capilla, y decoración de ladrillo geométrico son ejemplo de la mezcla estilística de la época.
Pero Torre Nueva era más que una residencia: era una pequeña aldea dentro de la finca. A su alrededor se levantaban:
- La capilla, donde se celebraban misas y comuniones abiertas al pueblo.
- El teatrillo privado, donde se representaban obras teatrales, recitales y conciertos para la familia y la burguesía minera de Cartagena.
- Las casas del servicio y los trabajadores agrícolas, formando un núcleo habitacional vivo con cuadras, gallineros y patios.
- La alberca y la noria de sangre, que regaban los cultivos y daban vida al entorno.
Todo ello convertía la finca en un centro de actividad agrícola, religiosa y social, donde convivían el esplendor de los señores con el trajín cotidiano de los jornaleros.
Trovo
En Torre Nueva, señores,
brillaba el sol cada día,
la capilla era alegría
y el teatro, mil colores.
Entre jornales y flores
Pozo Estrecho se engalanaba,
la gente allí se acercaba
buscando paz y consuelo,
y en el azul del anhelo
la marquesa los cuidaba.
La vida en la finca
Un día en Torre Nueva era un mosaico de sonidos y aromas:
- Por la mañana, las mulas en la noria, los jornaleros en la huerta, el bullicio de las labores agrícolas.
- En la cocina, los pucheros y migas alimentaban tanto a señores como a trabajadores.
- Por la tarde, la marquesa paseaba por los jardines, recibía visitas y abría la capilla al rezo.
- Los domingos y fiestas, la finca se llenaba de vida: comuniones, música, juegos infantiles.
- Y en las veladas especiales, el teatrillo se iluminaba con el arte, la palabra y la música.
Décima espinela
Era la vida un latido,
mezcla de campo y ciudad,
sonaba la eternidad
en el canto compartido.
El jornalero y el trigo,
la misa y la comunión,
la nobleza y la canción,
se unían en la alameda;
y Pozo Estrecho se queda
con Torre Nueva en el corazón.
La Casa Moreno en Cartagena
Si Torre Nueva era el símbolo rural, la Casa Moreno en la calle Caridad, esquina Caballero, representaba la presencia urbana de la familia. Diseñada en 1877 por Carlos Mancha y ampliada después por Tomás Rico, es un palacete urbano con ladrillo caravista, balcones de forja y un elegante mirador metálico. En su interior, los amplios salones acogieron reuniones de la élite minera, comerciantes y políticos de la ciudad.
Décima espinela
Casa Moreno en la urbe,
joya noble de ladrillo,
guardó siempre el resplandor
de un linaje con brillo,
y su historia aún se encubre.
De la Caridad al cubre
su esquina la tradición,
fue testigo de reunión,
de la élite cartagenera;
y aún hoy su huella sincera
late en cada balcón.
Así, la familia Moreno proyectaba su doble identidad:
- En Cartagena, símbolo de prestigio y distinción urbana.
- En Pozo Estrecho, corazón de la vida rural, religiosa y agrícola.
Memoria viva
Hoy, tanto la Casa Moreno como la Torre Nueva se mantienen en pie como testigos de un tiempo de esplendor, pero también de compromiso. El recuerdo de don Pedro Moreno Bermejo, de Brígida Sandoval y de la marquesa de Fuente-González sigue vivo en la memoria de Cartagena y Pozo Estrecho: una memoria de minas, capillas, teatrillos y jornales; de fiestas y comuniones; de grandeza y sencillez compartida.
Quintilla final
Torre que guarda memoria,
finca de nobles y fe,
tu gente nunca te olvida

porque en tu entraña se ve
el pulso de nuestra historia.