La 54ª edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena bajó el telón este sábado en la sala A del Auditorio El Batel, donde el brillo de las pantallas dejó paso al de los reconocimientos. La ceremonia de clausura reunió a cineastas, intérpretes y amantes del séptimo arte en un ambiente cálido, marcado por la presencia del concejal de Cultura, Ignacio Jáudenes, junto a otros ediles del gobierno y la corporación municipal.
Entre los momentos más emotivos de la noche destacó la entrega del Premio FICC a la actriz Elena Irureta. Un reconocimiento que parecía envolver toda su trayectoria, más de cuatro décadas de un trabajo que ha marcado la identidad del audiovisual español. Irureta, versátil, intensa y siempre veraz, ha sabido transitar con naturalidad del cine al teatro y de la televisión a personajes que ya forman parte de nuestra memoria, desde su icónico papel de Laura Hurtado en El comisario hasta la profundidad que imprimió a Bittori en Patria. Su carrera, iniciada en la televisión vasca, la llevó a colaborar con algunos de los nombres más sólidos del cine español, como Juanma Bajo Ulloa, Julio Médem o Icíar Bollaín, obteniendo incluso reconocimiento internacional. El galardón le fue entregado por Nacho Ros, presidente del FICC, ante un público que la ovacionó con agradecimiento y admiración.
El certamen volvió a demostrar su fuerza en la Sección Oficial de Cortometrajes, donde el jurado —formado por Marta Gil Soriano, Francisco José Sánchez Montalbán y Juan González— escogió entre doce trabajos procedentes de una selección inicial que superó los setecientos. El premio al Mejor Cortometraje, la Carabela de Plata ‘Ciudad de Cartagena’, recayó en Handyman, de William Findinge. El director, ausente en la gala, envió un mensaje de agradecimiento, y fue el actor Mads Koudal quien recogió emocionado el reconocimiento, entregado por el concejal Ignacio Jáudenes. El propio Koudal volvió a subir al escenario cuando su interpretación fue distinguida con el Premio Submarino Peral a la Mejor Interpretación.
El Submarino Peral a la Mejor Dirección viajó hasta Les imatges arribaren a temps, dirigido por Jaume Carrió, mientras que el galardón al Mejor Guion fue para Clàudia Cedó por De sucre. Matteo Castelli fue premiado por la fotografía de Lo sceneggiatore, completando un palmarés que refleja la diversidad estética y narrativa que atraviesa al cortometraje contemporáneo.
La sección Murcine, dedicada al talento regional, dejó dos nombres propios: Y que no te duela, de Ismael G. Nicolás, ganador del Primer Premio ‘Carabela de Plata Ciudad de Cartagena’, y El viento que golpea mi ventana, de Emilio Hupe, que obtuvo el Segundo Premio ‘Submarino Peral’. Los galardones fueron entregados por miembros de la organización, reforzando ese carácter cercano que siempre ha definido este apartado del festival.
En un guiño a los medios que sostienen la difusión cultural, la sección ‘Pantallas’, de los diarios del Grupo Vocento, recibió el Premio FICC a la Difusión Cinematográfica. También la ESAD de Murcia fue reconocida con el Premio FICC Región de Murcia por su labor en la formación de futuras generaciones de profesionales de las artes escénicas y audiovisuales. Ambos premios fueron recogidos con orgullo por sus representantes.
El Jurado de la Plataforma de Nuevos Realizadores (PNR) distinguió Violetas, de Borja Escribano, como Mejor Corto Español, y La otra orilla, de Jerónimo Molero, como Mejor Corto Murcine. Además, concedió una Mención Especial a Les imatges arribaren a temps, reafirmando la sensibilidad del trabajo de Jaume Carrió.
El público también tuvo voz en esta edición: escogió Tres Adioses, de Isabel Coixet, como Mejor Largometraje Internacional. Ángel Pérez, miembro del Jurado del Público, fue el encargado de entregar el galardón. El festival se reservó un cierre lleno de entusiasmo juvenil con el premio al Mejor Cortometraje de la sección Jóvenes AFICCionados, obtenido por Melodía interrumpida, de Moisés Griñán Chacón (IES El Carmen), cuyo equipo recibió 500 euros en material audiovisual para su centro educativo.
Con cada premio, cada nombre y cada mirada hacia el escenario, el FICC54 reafirmó su vocación: ser un punto de encuentro donde el cine cobra sentido a través de quienes lo crean y quienes lo disfrutan. Cartagena, testigo y anfitriona, volvió a demostrar que su relación con el séptimo arte no es circunstancial, sino profunda, viva y en permanente crecimiento. El festival concluye, pero la luz proyectada por sus historias permanecerá encendida mucho más allá de la clausura.
