La Aparecida ha querido detener el tiempo para mirar con gratitud a uno de sus vecinos más comprometidos. Este 17 de diciembre, una placa descubierta en una de sus plazas reconoce la trayectoria y la entrega de Jesús Roca Martínez, impulsor y presidente durante años de la Romería del Pasico, una festividad que ayudó a consolidar y proyectar más allá del propio pueblo. El acto, sencillo y cargado de emoción, estuvo presidido por la alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, acompañada por el homenajeado, sus familiares y allegados, representantes vecinales, miembros de la Corporación municipal y el cronista oficial de la ciudad, José Sánchez, y concluyó con un ágape en la Casa Moruna.
Durante su intervención, la alcaldesa destacó la figura de Jesús Roca como ejemplo de una forma de vivir y de trabajar ligada al esfuerzo y al compromiso con la tierra y con la comunidad. Subrayó que se trata de “uno de esos hombres buenos que ha trabajado con pico y pala para que su pueblo natal prospere”, y remarcó que este reconocimiento nace del cariño y del respeto de sus vecinos, que han querido dejar constancia de ese legado de entrega y sacrificio para que sirva de referencia a las generaciones futuras.
Visiblemente emocionado, Jesús Roca agradeció el homenaje con palabras sencillas y profundas, reconociendo la felicidad que sentía en ese momento y el valor de compartirlo con quienes le han acompañado a lo largo de su vida, sin olvidar a aquellos que ya no están. Un agradecimiento que resumía décadas de trabajo silencioso, de implicación constante y de amor por La Aparecida.
También tuvieron palabras de elogio el presidente de la Junta Municipal, Juan Manuel Ayaso, y el presidente vecinal de La Aparecida, Francisco José Martínez, que pusieron en valor su papel no solo en la Romería del Pasico, sino en la mejora de las condiciones de vida del pueblo. Junto a la alcaldesa participaron en el descubrimiento de la placa los ediles Ignacio Jáudenes, José Martínez, Álvaro Valdés, Enrique Pérez y María Antonia Pérez.
Jesús Roca Martínez nació en La Aparecida en 1932, en el paraje conocido como la Finca Fábrica del almidón, en Los Rosiques. Agricultor de profesión, creció entre molinos de viento y norias movidas por animales, y mantuvo su actividad hasta 1996. A sus 93 años, conserva la memoria viva de un pueblo que ha cambiado, en parte gracias al empuje de personas como él. Como curiosidad, nació un 25 de diciembre, aunque su fecha oficial de nacimiento figura el 2 de enero.
Tras dejar el campo, se incorporó a la Asociación de Vecinos Miguel de Cervantes, junto a su amigo y vecino Luis G. Martínez Hernández, entonces presidente. Fue en esa etapa cuando asumió la presidencia de la Romería del Pasico, cargo que desempeñó entre 1996 y 2007. Durante esos años, fortaleció la celebración, impulsó su desarrollo en distintos enclaves como el caserío de Los Rosiques y fomentó la participación de caballistas y carruajes, una seña de identidad que aún perdura. Además, promovió la relación con otras romerías del municipio, como las de San Ginés de la Jara o La Puebla, llevando el nombre de La Aparecida a distintos puntos de Cartagena.
Paralelamente, trabajó junto a otros miembros de la asociación para solucionar carencias históricas del pueblo, como el alcantarillado o el alumbrado público, en un constante ir y venir por los despachos del Ayuntamiento, la Delegación del Gobierno y la Comunidad Autónoma, siempre con el objetivo de mejorar la vida de sus vecinos.
Este reconocimiento tiene su origen en la propia voluntad vecinal. Mediante decreto de Alcaldía de 8 de noviembre de 2024 se incoó el expediente de Honores y Distinciones municipales, dando curso al acuerdo adoptado por la Junta Municipal de La Puebla-La Aparecida el 27 de junio de 2024, a instancias del Grupo Popular. Dicha iniciativa recogía una petición formulada años atrás por la Asamblea General de la Asociación de Vecinos de La Aparecida para homenajear a personas que habían prestado servicios destacados a la comunidad, entre las que figuraba Jesús Roca Martínez.
La placa descubierta estos días no es solo un reconocimiento institucional; es, sobre todo, la expresión del agradecimiento de un pueblo a quien dedicó buena parte de su vida a hacerlo crecer, a mantener vivas sus tradiciones y a fortalecer su identidad colectiva.









