La barra de bar forma parte de nuestra cultura, sin ella un bar está vacío de sentido, de alegría. La barra de bar es una fuente de sabiduría, vieja y mal educada, observadora de llantos y alegrías.
Tomar una caña en la barra mientras echas un vistazo a las tapas expuestas es uno de los placeres que esta vida nos brinda. La barra de bar permite, de una manera informal, disfrutar de la gastronomía.
Barras de taberna con los huesos en el suelo, manchas de cerveza compartiendo el cubierto. Sonidos de comandas sobresaliendo al murmullo del gentío.
Comer en la barra es muy ventajoso, ya que puedes estar al tanto de todas las tapas y, sobre todo, pedir una nueva cerveza es mucho más rápido y fácil.
Una caña de barra tiene otro sabor, es distinta, es inmejorable. Es algo que está comprobado, una caña de barra es insuperable.
Volvemos a la barra, no será como antes, será distinto, pero será. Deberemos dejar la separación mínima de seguridad de dos metros, será diferente, otro concepto, pero la esencia será la misma. La barra.
Vuelven los pinchos de tortilla, el salpicón de pulpo, las marineras, los chopitos, las almendras. Vuelven los michirones y las patatas con ajo, las tostas elaboradas y la magra con tomate. El vino de barril, el coñac, la láguena y el reparo. El asiático y el cortado. Vuelve la alegría a nuestros bares.
Bienvenida, otra vez, querida barra.
Críticos de cocina
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